VALORES DE CONVIVENCIA ESCOLAR
EN LOS NIÑOS DE LA E.B.N.B. MIGUEL ÁNGEL
JUSAYÚ DEL MUNICIPIO MARACAIBO
Capitulo i
Planteamiento del problema
La convivencia escolar se presenta en los actuales momentos como un
requisito indispensable para la consolidación de un proceso de
enseñanza-aprendizaje de carácter integral, ya que a través de la misma se
promueven una serie de normas y directrices que se deben seguir dentro y fuera
del aula a fin de que los estudiantes (y el propio educador) reconozcan la
importancia del respeto a la diversidad de ideas o formas de ver la vida,
siempre y cuando éstas no afecten el derecho o la integridad física y emocional
de los otros.
Para promover la convivencia escolar como conducta social adquirida, es
necesario asumirla como un valor que debe estar inmerso dentro de todas las
áreas y contenidos programáticos que conforman el proceso educativo. De allí,
entonces, que se haga necesario estudiarla como un valor que se fortalece a
través de la práctica y que le garantiza al educando la posibilidad de
desarrollar su personalidad sin recibir coacción por parte de sus compañeros de
clase.
Entre los múltiples conceptos que se presentan para definir los valores,
merece especial atención el de Garzón y Garcés (Citado por los Cuadernos Para
la Reforma educativa Venezolana 2005) que define estos patrones de la conducta
humana como: “Proyectos ideales de
comportarse y de existir que se adecuan a las coordenadas histórico-sociales y que a la vez las
trascienden. Por su parte Parsons (2004), los asume como opciones entre
diversas maneras de actuar que son manifestación de la jerarquía en la
concepción del mundo que un sujeto o colectivo tiene.
Sin embargo, cuando se habla de
la importancia de los valores de convivencia escolar dentro del proceso de formación integral que
recibe el niño en cualquier etapa de su escolaridad, es necesario asumir que
esto implica un compromiso de la comunidad educativa para convertir el proceso
de enseñanza - aprendizaje en un proceso de carácter humanizador, es decir, un
proceso que favorezca el despertar de un nuevo tipo de persona cada vez más
libre, consciente y sensitiva. Fernández
(2005) En este punto recae, la importancia que tiene la convivencia escolar
como elemento formador de la conducta de los niños dentro y fuera del salón de
clases. Esta convivencia, expresada a través de una serie de normas que se
reúnen en un manual, se ha convertido en los últimos años en un elemento
determinante en todas las instituciones educativas del país.
A este respecto, el manual de convivencia es para los alumnos una guía
que les permite comprender y cumplir su rol de estudiantes que se forman para la vida, contando con las herramientas
suficientes para enfrentar las dificultades que en ella se le presenten. Para
los educadores, el manual de convivencia escolar les facilita el ejercicio de
su propia responsabilidad, mientras que a los padres y representantes se les
presenta como marco de referencia fomentar en sus hijos su responsabilidad como
ciudadanos.
En este orden de ideas, es preciso afirmar
que el surgimiento de múltiples casos de violencia escolar, ha llamado la
atención de organismos internacionales, entre ellos la Oficina Regional de
Educación de la UNESCO (2011), para América Latina y el Caribe y el Ministerio
de Educación de Chile, quienes han realizado un estudio sobre convivencia
escolar a fin de difundir información relevante para el conocimiento de la
realidad y así generar políticas públicas al respecto.
Entre los objetivos del Primer Estudio Nacional
de Convivencia Escolar (realizado por el Instituto de Evaluación y
Asesoramiento Educativo, IDEA) tuvo relevancia el de diagnosticar el clima de
convivencia en las escuelas; determinar los tipos de conflictos e identificar
factores que facilitan y/o dificultan la convivencia. En este sentido, el
aspecto más valorado por los estudiantes es que la escuela les enseña a
relacionarse en forma positiva con quienes le rodean (86%). Luego valoran las
relaciones que mantienen con sus compañeros (81%), y, en tercer lugar, valoran
el orden que existe en sus instituciones (74%).
Por su parte, lo que más aprecian los
docentes son las buenas relaciones con los estudiantes (92%), ya que esto les
garantiza una mayor receptividad que favorece los proceso de enseñanza; Los
educadores también consideran; que sentirse bien y tener buenas relaciones con
sus compañeros es necesario, de lo que
se advierte que todo manual con normas de convivencia escolar también debe
regular el desempeño profesional y social de los docentes, directivos, personal
docente y administrativo de la institución.
La información presentada por la UNESCO ha
permitido reconocer la importancia que tiene la convivencia escolar dentro de
las instituciones educativas, por lo cual la implementación de los Manuales de
Convivencia Escolar se han convertido en parte de la realidad cotidiana de
docentes y educandos en diferentes instituciones de América Latina. Venezuela
no escapa a esta realidad, debido a que en la Ley Orgánica de Protección al
Niño, Niña y Adolescente se establece la creación y aplicación de estos
instrumentos, los cuales se crean partir de un consenso entre todos aquellos
que forman parte activa de la institución. Mientras que el Currículo Básico
Nacional, enfatiza la importancia que tienen los valores de convivencia escolar
a lo largo de todo el proceso educativo.
Con base en lo anteriormente planteado,
cobran importancia los valores, asumidos como normas morales que toda persona
debe poseer y entre ellos se encuentran: el respeto; la responsabilidad,
tolerancia, amor, los cuales resultan indispensables al momento de fortalecer
la convivencia escolar en el aula y la escuela. Los valores de convivencia
escolar son, por lo tanto, los modos de organizar la conducta, los principios
afectivos que guían el comportamiento humano; son criterios, ideas principios o
normas que moldean el comportamiento y actitudes del niño o niña en cualquier
nivel de escolaridad.
Es por ello que el presente proyecto se
orienta hacia la consolidación y fortalecimiento de los valores que determinan
la convivencia escolar, ya que este es el principal problema que se detectó
durante la práctica profesional realizada en la E.B.N.B Miguel Ángel Jusayú,
ubicada en la Parroquia Idelfonso Vásquez del Municipio Maracaibo.
En la referida institución se han
presentado situaciones de agresiones físicas y verbales entre los estudiantes
del 4to grado (principalmente a la hora del recreo), mientras que dentro del
aula se hacen latentes otras conductas irregulares tales como: irrespeto hacia
el docente, impuntualidad a la hora de llegada, desorden y enfrentamiento con
los docentes, lo que genera dispersión
de la atención por parte de los estudiantes y dificultades para adquirir los
aprendizajes correspondientes a cada área o contenido programático, lo
cual no puede pasar inadvertido, ya que se asocian al poco interés hacia las
clases y la desmotivación generalizada.
Las anteriores son solo algunas de las características
del comportamiento que manifiestan los alumnos del 4to grado en la institución,
lo cual se origina por diferentes
factores tales como: la formación que reciben en sus hogares, lenguaje poco
enriquecedor de su entorno familiar, la disfuncionalidad familiar, la
influencia socio-cultural del entorno, pero sobre todo la ausencia de normas a
las que se encuentran acostumbrados los alumnos.
A esto se suman otros factores que agravan
la situación, tales como la falta de atención y los conflictos familiares que agravan esta
problemática. Si bien es cierto, que la influencia del hogar es determinante en
el desarrollo de la personalidad del niño, la escuela también tiene una importante
cuota de responsabilidad al momento de plantear normas de conducta que le
permitan su convivencia social. Es por ello, que la presente propuesta se avoca
hacia este fin, asumiendo la convivencia escolar como un valor o conducta
social que el individuo adquiere a través de la formación teórica, pero también
de la práctica.
Objetivos de la Investigación.
Objetivo General:
Determinar los
valores de convivencia escolar en los niños de 4to grado de educación primaria
de la E.B.N.B Miguel Ángel Jusayú del Municipio Maracaibo.
Objetivos
específicos:
·
Describir
tipos de valores de convivencia escolar presentes en la E.B.N.B Miguel Ángel
Jusayú del Municipio Maracaibo.
·
Analizar
factores de convivencia escolar que promueven los docentes de 4to grado en la E.B.N.B
Miguel Ángel Jusayú del Municipio Maracaibo.
·
Establecer
os valores de convivencia escolar que proyectan los Docentes en la E.B.N.B
Miguel Ángel Jusayú del Municipio Maracaibo.
Justificación de la Investigación
Toda propuesta orientada hacia
la formación de valores en el contexto escolar reviste una gran importancia
para el Sistema Educativo Venezolano, ya que se asocia con los lineamientos
establecidos en la Ley Orgánica de Educación (2009) y el Currículo Básico
Nacional (2007) De allí, entonces que el presente proyecto adquiera relevancia
teórica, práctica, metodológica y social, tal como se describe a continuación:
En el aspecto teórico el presente proyecto
tomará en cuenta las diferentes teorías y enfoques relacionados con la
convivencia escolar, a fin de establecer su compatibilidad y aplicación al
contexto que se presenta en el aula de
4to grado de la E.N.N.B Miguel Ángel Jusayú.
Por lo tanto, el proyecto parte de los fundamentos teóricos más
pertinentes que abarcan el campo de los valores, la psicología y las relaciones
humanas en el campo de la dinámica escolar.
También es preciso reseñar los aportes a nivel práctico que establece el
presente estudio, ya que el mismo propone una serie de tareas que las
instituciones educativas deben realizar para cubrir estas deficiencias en el
proceso educativo-familiar. Se plantea el hecho de dar cabida a reflexiones,
éticas, aspectos básicos sobre valores, la enseñanza de la temática moral, los
cuales, en el corto y mediano plazo pueden ser provechosas en todos los niños y
niñas, del 4to grado de la E.B.N.B Miguel Ángel Jusayú, ayudándolos en la adquisición de hábitos de cooperación,
respeto al prójimo y autonomía personal.
A nivel metodológico, la presente investigación servirá como antecedente
a futuros estudios relacionados con la variables consideradas en este estudio,
las cuales son de creciente importancia en el entorno educativo regional y
nacional, dada la necesidad de implantar en cada escuela un Manual de
Convivencia Escolar que sea el resultado
de un consenso entre los diversos entes que hacen vida en cada
institución educativa.
La finalidad de esta investigación el aspecto social también es
importante porque pone en contacto a los maestros de la E.B.N.B con sus
estudiantes y la propia comunidad escolar, haciéndoles tomar conciencia sobre
la influencia educativa del entorno familiar y de su medio social, lo que a su
vez seguirá siendo determinante durante
la mayor parte de la educación primaria, la cual por su carácter integral,
requiere de una continua dinámica entre el docente y el entorno socioeconómico
que rodea al educando.
Delimitación
de la Investigación.
La presente investigación se llevó a cabo en la E.B.N.B
Miguel Ángel Jusayú, ubicada en el Sector Ciudad Lossada Parroquia Idelfonso
Vázquez del Municipio Maracaibo. El estudio presenta una delimitación temporal
comprendida entre mayo del 2013 y julio de 2013.
Esta investigación se encuentra vinculada con la educación en valores y se sustenta a partir de los aportes de los
siguientes autores: Lanni y Pérez (2004),
Williams (2004), Trianes y Figares (2006) entre otros.
La palabra tolerancia tiene su origen en la expresión
latina tolerantia, tolerare, que significa soportar, aunque esa acepción ha
perdido relevancia en el contexto actual en que se debate el tema. El
diccionario de la Real Academia de la Lengua Española la define como la “acción
y efecto de tolerar, es decir, sufrir, llevar con paciencia”; para lo cual se
basa en su derivación etimológica. Y posteriormente añade: “Respeto o
consideración hacia las opiniones o prácticas de los demás, aunque sean
diferentes a las nuestras” lo que sintetiza, sin temor a equívocos, la base del
sentido de la tolerancia como concepto filosófico.
La tolerancia es considerada por Zuleta
(2005) como la aceptación de la diversidad de opinión, social, étnica, cultural
y religiosa. Es la capacidad de saber escuchar y aceptar a los demás, valorando
las distintas formas de entender y posicionarse en la vida, siempre que no se
atente en contra los derechos
fundamentales de la persona. La tolerancia puede ser asumida como respeto y consideración hacia la
diferencia, como una disposición a admitir en los demás una manera de ser y de
obrar distinta a la propia, o como una actitud de aceptación del legítimo
pluralismo.
Para Ortega y otros (1996) al considerar
la tolerancia como el respeto por la diversidad, se asume una actitud de
respeto hacia la diferencia, o lo que es lo mismo, una disposición a admitir en
los demás una manera de ser y de obrar distinta a la propia, lo que conlleva a
la aceptación del pluralismo. El valor de la tolerancia no es permitir un mal
sino aceptar puntos de vista diferentes y a la vez legítimos, ceder en un
conflicto de intereses justos. Y como los conflictos y las violencias son la
actualidad diaria, la tolerancia es un valor que es muy necesario en el seno de
la escuela y la propia sociedad.
Este respeto a la diferencia al que se
hace alusión en el párrafo anterior encierra un matiz pasivo y otro activo. Es
por ello que quien adopta la tolerancia pasiva como modo de vida se avoca hacia
el llamado “vivir y dejar vivir”, lo cual se transforma en una indiferencia
progresiva que con el pasar del tiempo puede tornarse absoluta. En contraposición,
la tolerancia activa viene a significar solidaridad, es una actitud positiva
que desde la antigüedad ha sido
considerada como benevolencia. Quien se rige por los preceptos de una
tolerancia activa reconoce la existencia de normas que regulan la actitud del
hombre dentro de la sociedad y no transgrede el derecho del otro, pero tampoco
permite que transgredan los suyos.
De lo anterior se deduce que el valor de
la tolerancia no radica en hacer concesiones, pero tampoco implica aceptar la indiferencia. Para
ser tolerante es necesario conocer al otro y a partir de allí practicar el
respeto mutuo mediante el entendimiento mutuo. Según ciertas teorías
sociológicas y antropológicas, el miedo y la ignorancia son las raíces que
causan la intolerancia y sus patrones pueden imprimirse en la psique humana
desde muy temprana edad. Por ello, se podría decir que la tolerancia es el
respeto mutuo, incluso, cuando el entendimiento mutuo no existe.
CAPITULO II
MARCO TEÓRICO
Conceptualización
de los Valores Humanos
Los
valores humanos a juicio de Williams (2004), son los bienes universales que
pertenecen a la naturaleza humana y que
a la vez humanizan al sujeto al mejorar su condición como persona. Desde esta
perspectiva se puede advertir que existe una diferencia entre los valores
humanos en general y los propios valores personales. El concepto de valores
humanos abarca todas aquellas cosas que son buenas para la persona y que lo mejoran como tal; por su parte, los
valores personales son aquellos que han sido asimilados en la vida cotidiana y
que motivan las decisiones del día a día.
El autor refiere que entre los valores
objetivos existe una jerarquía, una escala, debido a que no todos son iguales.
Algunos son más importantes que otros porque son más trascendentes, ya que
elevan más a la personas y corresponden a sus facultades superiores. Desde esta
perspectiva, entonces, se pueden
clasificar los valores humanos en cuatro categorías:
1) Los valores
biológicos o sensitivos:
No son específicamente humanos, pues se comparten con otros seres vivos. Entre
ellos están la salud, el placer, la belleza física y las cualidades atléticas.
2) Los valores
humanos inframorales: Son
específicamente humanos. Tienen que ver con el desarrollo de la naturaleza, de
los talentos y cualidades. Pero todavía no son tan importantes como los valores
morales. Entre éstos están los intereses intelectuales, musicales, artísticos,
sociales y estéticos. Estos valores ennoblecen
y desarrollan el potencial humano.
3) Los valores morales o éticos: Son superiores a
los ya mencionados. Esto se debe a que tienen que ver con el uso de la
libertad, ese don inapreciable y sublime que le permite al hombre ser
constructor de su propio destino. Estos son los valores humanos por excelencia,
pues determinan el valor que se tiene
como personas. Incluyen, entre otros, la honestidad, la bondad, la
justicia, la autenticidad, la solidaridad, la sinceridad y la misericordia.
Cada valor apoya y sostiene a los demás; juntos forman esa sólida estructura
que constituye la personalidad de un ser humano maduro.
Valores de
Convivencia escolar
Los valores de
convivencia escolar son todos aquellos que favorecen la interacción de los
estudiantes en el salón de clases y la institución educativa. A través de
ellos, el niño o niña reconoce la existencia de normas que regulan y fortalecen
las relaciones sociales. Para la consolidación de estos valores y su inclusión
en todas fases del proceso educativo, se han establecido los manuales de
convivencia escolar vigentes en cada institución y adaptados a su realidad
inmediata, sin embargo, el docente debe reconocer cuales son estos valores y la
forma de presentarlos directa o indirectamente durante su proceso de enseñanza.
La
tolerancia.
La palabra tolerancia tiene su origen en la expresión
latina tolerantia, tolerare, que significa soportar, aunque esa acepción ha
perdido relevancia en el contexto actual en que se debate el tema. El
diccionario de la Real Academia de la Lengua Española la define como la “acción
y efecto de tolerar, es decir, sufrir, llevar con paciencia”; para lo cual se
basa en su derivación etimológica. Y posteriormente añade: “Respeto o
consideración hacia las opiniones o prácticas de los demás, aunque sean
diferentes a las nuestras” lo que sintetiza, sin temor a equívocos, la base del
sentido de la tolerancia como concepto filosófico.
La tolerancia es considerada por Zuleta
(2005) como la aceptación de la diversidad de opinión, social, étnica, cultural
y religiosa. Es la capacidad de saber escuchar y aceptar a los demás, valorando
las distintas formas de entender y posicionarse en la vida, siempre que no se
atente en contra los derechos
fundamentales de la persona. La tolerancia puede ser asumida como respeto y consideración hacia la
diferencia, como una disposición a admitir en los demás una manera de ser y de
obrar distinta a la propia, o como una actitud de aceptación del legítimo
pluralismo.
Para Ortega y otros (1996) al considerar
la tolerancia como el respeto por la diversidad, se asume una actitud de
respeto hacia la diferencia, o lo que es lo mismo, una disposición a admitir en
los demás una manera de ser y de obrar distinta a la propia, lo que conlleva a
la aceptación del pluralismo. El valor de la tolerancia no es permitir un mal
sino aceptar puntos de vista diferentes y a la vez legítimos, ceder en un
conflicto de intereses justos. Y como los conflictos y las violencias son la
actualidad diaria, la tolerancia es un valor que es muy necesario en el seno de
la escuela y la propia sociedad.
Este respeto a la diferencia al que se
hace alusión en el párrafo anterior encierra un matiz pasivo y otro activo. Es
por ello que quien adopta la tolerancia pasiva como modo de vida se avoca hacia
el llamado “vivir y dejar vivir”, lo cual se transforma en una indiferencia
progresiva que con el pasar del tiempo puede tornarse absoluta. En contraposición,
la tolerancia activa viene a significar solidaridad, es una actitud positiva
que desde la antigüedad ha sido
considerada como benevolencia. Quien se rige por los preceptos de una
tolerancia activa reconoce la existencia de normas que regulan la actitud del
hombre dentro de la sociedad y no transgrede el derecho del otro, pero tampoco
permite que transgredan los suyos.
De lo anterior se deduce que el valor de
la tolerancia no radica en hacer concesiones, pero tampoco implica aceptar la indiferencia. Para
ser tolerante es necesario conocer al otro y a partir de allí practicar el
respeto mutuo mediante el entendimiento mutuo. Según ciertas teorías
sociológicas y antropológicas, el miedo y la ignorancia son las raíces que
causan la intolerancia y sus patrones pueden imprimirse en la psique humana
desde muy temprana edad. Por ello, se podría decir que la tolerancia es el
respeto mutuo, incluso, cuando el entendimiento mutuo no existe.
La convivencia
La convivencia viene a
representar un valor estrechamente ligado al de la tolerancia, representa la
capacidad que tiene el ser humano para vivir con sus semejantes en un clima de
respeto y de consenso para las normas básicas. A criterio de Trianes y Figares (2006) este valor implica la
capacidad de ponerse en el lugar del otro para compartir, cooperar y respetarse
y lleva implícita, además, la capacidad
para asumir el autocontrol y la autorregulación de los actos.
Son signos evidentes de
convivencia la disposición para comprender la perspectiva de quienes nos rodean
y la construcción de normas justas que regulen la vida en colectivo. No
obstante, toda actitud de convivencia pasa por una etapa previa de
autoconocimiento de sí mismo, lo que entraña una valoración de la propia
persona y en niveles superiores la autoconciencia del yo. Esta situación deviene una comprensión crítica del entorno
que a su vez propicia las capacidades para la adquisición de la
información moralmente relevante con relación a la realidad y el compromiso
para mejorarla.
Resulta lógico que se
le de a la convivencia un estatus prioritario ante la legítima reclamación de
derechos individuales o colectivos. Pero la convivencia es cosa de dos o más
personas o grupos; unos más fuertes y otros más débiles. Se trata de que ambas
partes acepten el derecho del otro a defender los propios intereses, pero
buscando el acuerdo final y no el conflicto como forma de relación permanente.
La solidaridad.
Prosiguiendo
con Trianes y Figares
(2006) estos autores sostienen que las situaciones de violencia
creciente en la sociedad actual, el crecimiento de desigualdades entre países
ricos y países empobrecidos, el surgimiento de actividades xenófobas y de
intolerancia en sectores significativos de la población internacional, entre
otros, hacen que la escuela vea como necesario el desarrollo de temas
transversales a través de los cuales se presenten canales desde donde se puedan manifestar los
valores.
Por estas
razones, el fortalecer la solidaridad con los alumnos y alumnas supone diseñar
nuevos modelos de organización que les permitan participar, seleccionar,
decidir, verificar lo que necesitan aprender, es decir, hacer un aprendizaje
significativo que les ayude después a ser ciudadanos más conscientes y
críticos, para alcanzar un desarrollo humano más justo y solidario.
La justicia y el
medio ambiente.
En la sociedad
actual se hace cada vez más evidente la repercusión que los problemas
ambientales tienen sobre la vida en el planeta, éstos, no sólo afectan al
espacio físico y a la supervivencia de muchos seres vivos, sino que también
inciden en la salud humana. Esta situación
se ve agravada por el seguimiento de modelos de desarrollo alejados de
planteamientos con visión de futuro en el sentido de conjugar crecimiento
económico y conservación del medio ambiente.
Esto es, lo que se ha definido como desarrollo
sostenible, modelo que permite cubrir las necesidades de las sociedades
actuales sin comprometer las capacidades de las generaciones futuras a la hora
de satisfacer sus propias necesidades. Pero para llegar a este modelo de
desarrollo sostenido es necesaria una profunda reestructuración de los sistemas
de valores de las sociedades más desarrolladas, así como sus hábitos y ritmos
de vida y adaptarlas a la situación actual apoyada mediante medidas políticas,
económicas y tecnológicas más solidarias con los países y sociedades más
desfavorecidas.
La educación,
sin duda juega un importante papel a la hora de favorecer y potenciar sistemas
de valores y actitudes y no sólo ser un medio transmisor de conocimientos. Por
ello la escuela se destaca como el lugar ideal para la puesta en marcha de
nuevas experiencias y estrategias para la adopción de un consumo responsable y
consciente que esté orientado hacia una convivencia solidaria con el medio
ambiente.
El Respeto
Continuando con Trianes y Figares (2006),
el valor del respeto se ejerce cuando se muestra aprecio y cuidado por el valor
de algo o de alguien. Puede estar dirigido hacia los derechos y la dignidad de
las demás personas, hacia la del propio sujeto (respeto a sí mismo) y también hacia
el entorno natural, incluyendo las plantas y los animales que lo integran. Este
valor ayuda a conservar intacto todo que se aprecia en la vida y enseña a reconocer aquello que más aprecian
los demás. El valor del respeto puede vivirse en forma colectiva (entre
una sociedad y otra) o de manera
individual (entre dos personas).
El respeto, así como la honestidad y la responsabilidad son
para Heideger (2000) valores fundamentales para hacer posible las relaciones de
convivencia y comunicación eficaz entre las personas, ya que se
manifiestan como una condición
indispensable para el surgimiento de la confianza en las comunidades sociales.
El respeto
exige un trato amable y cortés, ya que comprende la esencia de las relaciones humanas, de la vida
en comunidad, del trabajo en equipo, de la vida conyugal y de cualquier
relación interpersonal. Es, por tanto, un valor que refleja garantía absoluta
de transparencia, creando un ambiente de cordialidad y seguridad que permite la
aceptación de las limitaciones ajenas y el reconocimiento de las virtudes de
los demás.
El
desarrollo de este valor como norma de convivencia escolar, evita las ofensas y
las ironías, impidiendo que la violencia se convierta en el medio para imponer
criterios en el aula. A través del mismo, también se reconoce la autonomía de
cada estudiante y se acepta, de buen modo,
el derecho a ser diferente debido a que se propicia el reconocimiento
del valor inherente y de los derechos innatos de los individuos y de la
sociedad.
En consecuencia, a través del respeto se afianza la posibilidad de aceptar los defectos y
virtudes sin poner en tela de juicio lo que se observa en las demás
personas, a partir del mismo se logra aceptar y comprender tal y como son los
demás, aceptando y comprendiendo, también,
otras formas de pensar aunque difieran de la propia.
Convivencia
Escolar
Con relación a la convivencia escolar,
Lanni y Pérez (2004), exponen una serie de planteamientos relacionados
con los aspectos pedagógicos que giran
en torno a este tema: La convivencia escolar, desde este ángulo, alude,
fundamentalmente, a uno de los temas básicos de la pedagogía: el aprendizaje, o
lo que es lo mismo, el proceso por el cual un sujeto adquiere o desarrolla una
nueva conciencia y conocimiento, que le proporcionan nuevos significados.
En esta misma temática, La Revista Iberoamericana de Educación
(2007) vincula la convivencia y el aprendizaje
a lo largo de todo el proceso educativo, pues desde su perspectiva, se
condicionan mutuamente. La causalidad circular permite comprender la interrelación
entre ambos: cada uno es condición necesaria (aunque no suficiente por sí solo)
para que se dé el otro.
Para comprender mejor esto, se debe pensar en algunas de las escenas
escolares: una clase en la que el profesor trasmite conocimientos
desactualizados, o sobreabunda en detalles, o se va por las ramas, o utiliza
una metodología inadecuada (o todo esto junto), y además explica los
experimentos, no los hace, "lee y dicta" apuntes y/o "toma
lección en el frente", genera desinterés, falta de atención y apatía - que
generalmente termina en indisciplina , primero pasiva pero luego es activa e
incontrolable. Estos tipos de actitud, no permiten la apropiación de los
conocimientos y por el contrario los obstaculizan.
Siguiendo con los ejemplos: hay otro tipo de clases en la que los
alumnos están activos, pero en actividades dispares y ajenas a la clase. Esta
hiperactividad, resultado del desinterés de los educandos, reforzados por la
falta de autoridad del docente, genera un clima de confusión, de caos, que no
permite el proceso de enseñanza - aprendizaje. En ambos casos, además de no apropiarse
de contenidos curriculares, la interrelación docente - alumno se encuentra
severamente perturbada, los vínculos estrechamente ligados a la tarea no se
consolidan, esto incide negativamente en la convivencia, la debilita
seriamente.
De los ejemplos anteriores se puede inferir que el proceso de enseñanza
- aprendizaje está empobrecido (y en muchos casos ausente) tanto en lo que se
refiere a contenidos curriculares como aspectos vinculares, pues lo vincular se
aprende y se aprehende vivencialmente a través de la tarea. De lo expresado, se
concluye que: los procesos pedagógicos y
la convivencia institucional están indisolublemente vinculados entre sí.
En este mimo sentido Lanni y Pérez (2004), enfatizan que, también se
considera aprendizaje significativo, a todas aquellas otras acciones no
académicas, que son propias del quehacer de la escuela y están estrechamente
ligadas al proceso de socialización: la comunicación, el diálogo, el respeto
mutuo, la participación, el compromiso. No obstante, estos términos solo serán
palabras carentes de significado o vacías de contenido, si no se las reconoce
en actos, si no se las vivencia. Para que cada uno pueda apropiarse de estos contenidos para la vida hay que
probarlos, ensayarlos, ejercitarlos, practicarlos, repetirlos, es decir,
vivirlos en el quehacer cotidiano de la vida escolar.
A todo esto, Zuleta (2005), expone la siguiente interrogante: ¿Cómo se
aprende a dialogar?, sin lugar a dudas la respuesta es: dialogando. Y aquí es
fundamental la tarea del docente adulto, cuya función es acompañar, es
escuchar, nada más y nada menos que eso: acompañar y escuchar comprensivamente
al otro, con mayor o menor grado de especificidad, según la función que se
desempeña en la institución educativa, para que el alumno, niño, adolescente o
joven, vaya transitando y descubriendo el camino, su camino.
En virtud a lo antes expuesto, Larrosa (2005) señala que, la convivencia
por sí misma enseña, pues de ella se aprenden contenidos actitudinales,
disposiciones frente a la vida y al mundo que posibilitan el aprendizaje de
otros contenidos conceptuales y procedimentales; de igual forma, la convivencia
se convierte en un elemento determinante para propiciar un proceso educativo
verdaderamente integral y participativo.
Los principales determinantes de las actitudes se entienden en términos
de influencias sociales. Las actitudes se trasmiten a través de la expresión
verbal y no verbal. La institución educativa, aún cuando no se lo proponga, no
se limita a enseñar conocimientos, habilidades y métodos, va más allá. La
escuela contribuye a generar los valores básicos de la sociedad en la que está
inserta. Los valores de la escuela influyen sobre los alumnos. Muchos de ellos
están claramente explicitados en el ideario institucional, en tanto que otros
están íntimamente ligados a la identidad institucional, y son los que vivencian
diariamente; sobre estos principios se construye y consolida la convivencia.
Otra interrogante propuesta por Lanni y Pérez (2004), es la siguiente: ¿cómo
se aprende la convivencia? La respuesta de estos autores es que para aprender a convivir deben cumplirse
determinados procesos, que por ser constitutivos de toda convivencia
democrática, su ausencia dificulta (y obstruye) su construcción. Los procesos
sugeridos por Lanni y Pérez son:
- Interactuar
(intercambiar acciones con otro /s),
- Interrelacionarse;
(establecer vínculos que implican reciprocidad)
- Dialogar
(fundamentalmente escuchar, también hablar con otro /s)
- Participar
(actuar con otro /s)
- Comprometerse
(asumir responsablemente las acciones con otro /s)
- Compartir
propuestas.
- Discutir
(intercambiar ideas y opiniones diferentes con otro /s)
- Disentir
(aceptar que mis ideas – o las del otro /s pueden ser diferentes)
- Acordar
(encontrar los aspectos comunes, implica pérdida y ganancia)
- Reflexionar
(volver sobre lo actuado, lo sucedido. “Producir Pensamiento” –
conceptualizar sobre las acciones e ideas.)
Todas estas condiciones se conjugan en la escuela y se transforman en
práctica cotidiana a través de proyectos institucionales que resulten
convocantes y significativos para los actores institucionales, y que también
respondan a necesidades y demandas institucionales. Estos proyectos incluyen y
exceden los contenidos singulares de las asignaturas, la tarea nuclea a los
distintos actores y como consecuencia de ello, las relaciones cotidianas y
rutinarias se modifican, varían los roles y cada integrante asume nuevas
responsabilidades, se incrementa el protagonismo de todos los participantes.
Confirma lo enunciado en esta presentación la experiencia de muchas
escuelas, que en distintos lugares - algunos muy distantes y solitarios -
desarrollan diferentes tipos de proyectos. En dichas escuelas "los
problemas de convivencia" no existen como obstáculos sino que se
transforman en un desafío a la creatividad, entendiendo que ser creativo es dar
respuestas variadas, diferentes y diversas a situaciones habituales y
reiteradas que se necesitan modificar, mejorar. De esta manera, la energía requerida
para “solucionar el problema” se canaliza constructivamente no sólo para la
realización personal sino para el logro del bien común.
Al hacer énfasis en este aspecto, Lanni (2000) señala algunas consideraciones
generales para la construcción cotidiana de
la convivencia escolar, las cuales se desglosan y explican en los
siguientes párrafos.
En los últimos años comenzaron a cuestionarse los regímenes
disciplinarios escolares indiscutidos durante mucho tiempo, por su
desactualización, por su rigidez burocrática, por su despersonalización, pues
no reconocían a los niños, adolescentes y jóvenes (los alumnos) como sujetos de
derecho y responsabilidad.
Sin lugar a dudas lo anteriormente expuesto tuvo una marcada influencia
en estos cambios de modelo, los principios enunciados y proclamados por la
Declaración de los Derechos del Niño adoptada por la Asamblea General de las
Naciones Unidas (1959) y posteriormente la Convención Internacional sobre los
Derechos del Niño (1989), en la que el niño
(y adolescente) dejaron de ser considerados como un “objetos de cuidado y
protección” para “ser sujetos de derecho y responsabilidad”.
Partiendo de éstas consideraciones, se presentan algunas ideas que
muestran como la convivencia se construye en el aula, y que sólo a partir de
analizar lo que cotidianamente acontece
en ésta, es como se puede llegar a
pensar en la convivencia de la escuela.
Como resultado Lanni y Pérez (2004) señalan que el aula es el primer
espacio de vida pública de los niños, adolescentes y jóvenes. Es el lugar donde
transcurre la mayor parte del tiempo escolar de los alumnos, es el espacio de
la escuela donde se desarrollan las actividades fundamentales; constituye la
unidad de pertenencia y referencia de los alumnos y se construyen las
relaciones sociales. En este sentido, se puede asumir entonces:
El aula como espacio para la construcción
de las relaciones sociales:
En este lugar se habla, se escucha, se dialoga, se discute, se reflexiona, se
enseña, se aprende, se juega, se permanece en silencio, se participa, se está
aburrido, se razona, se memoriza, se repite, entre otras actitudes propias de
los niños y adolescentes. En el aula se vive la realidad de la escuela. La
construcción y conocimiento de la escuela como totalidad se construye a partir
de las experiencias vividas en ese ámbito.
El aula como entorno en el que se aprenden
gestos y rituales:
Desde el inicio de su escolaridad, el niño aprende distintas actividades que se
realizan cotidianamente y regulan las interrelaciones con sus padres o adultos:
algunas son espontáneas, otras están permitidas, otras deben ser autorizadas,
en tanto otras, están prohibidas. Esto se manifiesta en las distintas formas de
comunicación, los saludos, los silencios, los permisos para desplazarse por el
aula o por la escuela, las autorizaciones para el uso de objetos comunes, entre
otros.
Estas acciones “pautadas” regulan la interrelación cotidiana, son
elementos constitutivos de la convivencia. Es fundamental que los alumnos
conozcan la razón de ser de estos actos, comprendan su sentido para que la
convivencia pueda construirse como contenido significativo, considerando que lo
que se hace (acciones) prevalece sobre lo que se dice (palabras).
El aula como ámbito en el que se convive,
se habla y se aprende sobre convivencia: La convivencia se va construyendo día
a día. Se puede decir que la convivencia es más o menos armónica, más o menos
placentera, con todos esos más y/o menos, los actores institucionales siempre
están en relación unos con otros: con pares y con no-pares.
La función socializadora se manifiesta en las interrelaciones
cotidianas, en las actividades habituales; también se hacen explícitas en las
charlas espontáneas o en discusiones y diálogos planificados para reflexionar
sobre esas interrelaciones, para reconocer los acuerdos, las diferencias, las
formas de alcanzar el consenso, de aceptar el disenso. Sólo de esta manera se
aprende a convivir mejor.
El aula como lugar para trasmitir,
ejercitar, incorporar formas de convivencia ligadas a la práctica de la vida
democrática: Una
escuela que intenta responder a su cometido de ser formadora de ciudadanas y
ciudadanos, comprometidos crítica y activamente con su época y mundo; permite
el aprendizaje y la práctica de valores democráticos. Estos se traducen en las
acciones habituales que transcurren en el aula, en la actitud comprensiva y
educadora de los adultos, responsables de la formación de las jóvenes
generaciones.
De la afirmación expresada en el párrafo anterior se infiere que el
desafío de la escuela es convertirse en propulsora de procesos de democratización
y participación y sólo será posible si el aula es la unidad operativa donde
además de las acciones propias se gestionan las acciones institucionales. Para
lograr este cometido la convivencia debe asumirse no como una norma sino como
una práctica cuyo fin no es regular la
interacción entre los estudiantes, sino favorecerla.
Factores que favorecen
la Convivencia Escolar
Estudios realizados en los
centros escolares de la CAPV
(España) demuestran que entre los
factores más relevantes para la mejora
de la convivencia escolar se encuentran las interacciones entre las personas y
el tratamiento de conflictos. En concreto, los padres y madres valoran la
actitud del profesorado, pues “Se aprende más del profesor con su actitud que
con disciplina”. También se considera un instrumento válido el Reglamento de
Organización y Funcionamiento (El equivalente al Manual de Convivencia en las
Escuelas Venezolanas). Sin embargo, la organización del espacio y del tiempo
recibe una valoración más baja.
Otro aspecto analizado en este estudio, demuestra que la participación
(lo que en Venezuela se conoce como actividades de Orientación), facilita la
convivencia, sobre todo cuando se orienta a las dinámicas cotidianas y en el Consejo
Escolar. En este sentido, esta actividad
es considerada como un factor de promoción de la convivencia escolar con
más impacto en primaria que en secundaria. No obstante, de acuerdo al referido
estudio, ésta solo se limita a la
resolución de problemas planteados en el contexto del aula y la escuela y no se
avoca a una formación continua de los valores de convivencia escolar y
familiar.
Otros autores como Beltrán (2007) afirman que la insatisfacción, el
desconcierto y los problemas de indisciplina y violencia son obstáculos que
atentan contra la excelente preparación del profesorado y la aplicación de
estrategias efectivas de enseñanza-aprendizaje. En este sentido, los docentes
manifiestan su progresiva disminución de autoridad frente a los alumnos a la
vez que comprueban la aparición cada vez más frecuente de situaciones de
indisciplina, todo ello agravado por una cierta disolución de normas, límites,
y reglas de juego que, lógicamente, deberían contribuir a poner orden en el
campo de la convivencia.
Ante esta problemática, este autor propone combatir algunos vicios que
aquejan la sociedad como lo son el auge
de una cultura permisiva en la que al niño y al adolescente no se le inculca lo
que es bueno y lo que es malo. Desde su perspectiva, se ha pasado de una
sociedad amparada en el principio de autoridad, a una sociedad en la que
prevalece el principio de negociación, y además, se ha realizado este paso de una manera brusca,
prácticamente sin solución de continuidad, y sin estar preparados. Por otra
parte, estamos asistiendo a una verdadera exaltación de la violencia por parte
de los medios. Son muchas las investigaciones, realizadas incluso por las
mismas empresas de los medios de comunicación, que han demostrado tres efectos
principales de la exposición a la violencia:
Primero, la violencia engendra
violencia: Los estudios hasta ahora realizados, afirman, de forma unánime,
que la observación de la violencia aumenta la conducta violenta, y todavía más
en los niños pequeños. Es el efecto clásico del modelado que en todas las
Escuelas psicológicas se recoge como una de las grandes leyes del aprendizaje.
Lo más triste es que las propias casas comerciales lo reconocen, pero
igualmente saben que si no introducen violencia, no venden.
El segundo efecto de la violencia
es la desensibilización: La gente, a medida que presencia, observa o está
en contacto con la violencia, pierde la sensibilidad hacia la violencia, de
manera que cada vez es necesario elevar más el grado de esa violencia para que
se pueda percibir como tal. El problema en este caso es: ¿cuál es el nivel de
violencia hasta el que se puede llegar?
El tercer efecto es el del victimismo: Mucha gente no se atreve a
salir de casa, especialmente por la noche, por el temor de ser una víctima más
de las muchas que se producen cada día en las grandes ciudades de América Latina
y el mundo. Es tanta la violencia que contemplan al cabo del día, son tantos
los conflictos resueltos sistemáticamente en un clima de violencia y por la
violencia, que creen ser ellos las próximas víctimas.
Un cambio tan radical como éste no puede por menos que conmover los
cimientos de la propia institución escolar, en este sentido, una cosa parece
clara, y es que si el centro de interés de la escuela radica en el aprendizaje
y en el estudiante que aprende, los principios del aprendizaje deberían
inspirar el diseño y la propia acción educadora. Sería bueno recordar algunos
de esos principios para ver los cambios que su implantación podría producir o
las disfunciones que podría provocar si no son tenidos en cuenta a la hora de
configurar la dinámica del aula, especialmente en el ámbito de la convivencia
escolar y familiar.
El primer principio del aprendizaje, según los expertos en el área, es
que todos los alumnos son diferentes y únicos. Las implicaciones de este primer
principio son tan evidentes que no necesitan ser explicitadas, ya que explican
por sí mismas muchos de los problemas de convivencia que podrían desprenderse
de no tener en cuenta este principio capital.
El segundo principio todavía es más interesante, y dice que estas
diferencias no afectan sólo a las estructuras mentales, sino que afectan, sobre
todo, a las estructuras emocionales. Evidentemente, las diferencias emocionales
no atendidas están en el origen de muchas de las situaciones que pueden dar
lugar a complicar la convivencia escolar.
El tercer y último principio parte del hecho de que el aprendizaje
funciona adecuadamente cuando hay un ámbito de relaciones interpersonales
positivas, y cada alumno es aceptado, reconocido, apreciado y valorado
incondicionalmente en su contexto propio. En este sentido, la acción del
docente es determinante al momento de hacer que cada alumno se sienta parte
activa de su entorno escolar.
Con sólo aplicar honestamente los tres principios anteriormente
señalados al ámbito educativo, se descubrirían, sin duda alguna, posibilidades
y pistas de indudable interés para construir la convivencia escolar con
garantías de futuro. Cuando haya que analizar casos en los que esa convivencia
está rota, sería bueno acudir a esos tres grandes principios, y comprobar si
están o no encarnados en nuestros proyectos educativos y si resultan eficaces
en la dinámica escolar de cada día.
Prosiguiendo con Beltrán (2007) es posible que nuestro mayor problema
sea que estamos todavía viviendo un paradigma en el que lo importante es
enseñar, no aprender, y en el que lo importante son los profesores, y no los
alumnos. La diferencia producida por este cambio es notable.
Por otra parte, ¿es posible la convivencia escolar cuando los alumnos
que no quieren aprender se ven obligados cada día a hacer durante horas y horas
lo que no quieren hacer? O a lo mejor lo que pasa es que no quieren aprender lo que el docente les está enseñando tal como se lo está enseñando. A lo mejor, su
protesta, sus revueltas son simplemente un mensaje que no acabamos de entender
y nos están diciendo, gritando, que les ayudemos a aprender, pero no eso ni de esa manera.
Si se siguieran las líneas esbozadas por este nuevo paradigma, el aula,
la escuela, la comunidad escolar, centradas en el alumno, con esos principios
del aprendizaje al frente, podrían cambiar muchas de las cosas que pensamos
debieran cambiar. Esta breve reflexión sobre la sociedad, la educación y sus
cambios correspondientes permite
entender la situación en que nos encontramos, especialmente en el campo educativo,
donde se evidencia mucho descontento,
unas veces por la influencia negativa de la sociedad, y otras porque aún no se
ha adaptado a las exigencias del nuevo paradigma que está a las puertas, y cuya
presencia, apenas entrevista, ha desencadenado, a partes iguales, esperanzas y
frustración.
Capitulo iii
Plan de acción
En el presente capítulo se presentan las acciones realizadas en la
E.B.N.B Miguel Ángel Jusayú para favorecer los procesos de convivencia escolar
a través de la educación en valores y la actualización del manual de convivencia
escolar de la Institución. En el cuadro se reflejan los objetivos planteados,
las acciones realizadas, los recursos empleados y el tiempo que se destinó para cada una de las actividades
realizadas.
Fecha
|
Objetivos
|
Acciones
|
Recursos
|
Tiempo
|
|
Detectar las irregularidades que se
presentan en el cuarto grado sección “U” de la E.B.N.B Miguel Ángel Jusayú
|
Observación directa del desempeño docente y
el comportamiento de los educandos.
Registro de las observaciones
|
-
Bolígrafo
-
Libreta de Anotaciones
-
Instrumento de observación (registro anecdótico)
|
2
horas
|
|
Conocer las causas que originan la falta de
normas de convivencia en el 4to grado Sección “U” de la E.B.N.B Miguel Ángel
Jusayú.
|
Entrevistas no estructuradas con los
docentes de la institución y algunos representantes.
|
-
Libreta de anotaciones.
-
Hojas Blancas
-
Bolígrafos.
|
4
horas
|
|
Revisar el manual de convivencia escolar de
la institución
|
Revisión del manual de convivencia
Establecer los aspectos que deben
reestructurarse.
|
-
Libreta de anotaciones.
-
Hojas Blancas
-
Bolígrafos.
|
2
horas.
|
|
Hablar con los niños y niñas sobre las
normas de convivencia escolar.
|
Conversatorio con los niños y niñas sobre
las normas de convivencia escolar.
Escuchar sus impresiones y opiniones al
respecto.
Presentar ejemplos de convivencia escolar
dentro y fuera del aula.
|
-
Hojas Blancas
-
Bolígrafos
-
Reproductor de CD
-
Textos (donde se habla de los valores)
-
Estudiantes y docente
|
2
horas
|
Fecha
|
Objetivos
Dramatizar situaciones en las que se
incumplen las normas de convivencia escolar y plantear soluciones para las mismas.
|
Acciones
Dramatizaciones en clase.
Conversatorio con los alumnos para la
búsqueda de soluciones
Opinión de la docente del aula.
|
Recurso
-
Salón de clase
-
Material de utilería.
-
Alumnos y docentes.
|
Tiempo
2 horas.
|
|
Actualizar el Manual de Convivencia Escolar
de la Institución
|
Revisión del Manual en Compañía de los
docentes de todos los grados de la E.B.N.B Miguel Ángel Jusayú.
Organizar mesas de trabajo para la
redacción de las propuestas.
Analizar cada una de las propuestas y
decidir por votación si se incluye o no dentro del nuevo manual de
convivencia escolar.
Redactar el manual de convivencia escolar
de la E.B.N.B Miguel Ángel Jusayú para el año escolar 2013 – 2014.
|
-
Salón de clase
-
Hojas Blancas
-
Bolígrafos
-
Manual de convivencia escolar de la E.B.N.B
Miguel Ángel Jusayú para el año escolar (2009-2010)
-
Docentes, directivos y representantes de
los estudiantes de la Institución
|
8
Horas
Divididas
en dos sesiones de 4 horas cada una.
|
Fecha
|
Objetivos
Difundir entre los estudiantes y la
comunidad educativa el Manual de Convivencia para el año escolar 2013 – 2014.
|
Acciones
Reuniones con los padres y representantes
para dar a concer el Manual de Convivencia escolar de la E.B.N.B Miguel Ángel
Jusayú.
Sesión de preguntas y respuestas
|
Recursos
-
Biblioteca de la Institución
-
Sillas
-
Mesas. Material de sonido
-
Docentes y representantes de la E,B.N.B
Migue Ángel Jusayú.
|
Tiempo
2 horas
|
Fuente: Lugo (2013)
Conclusiones
Una vez culminada el presente proyecto en
la E.B.N.B Miguel Ángel Jusayú del Municipio Maracaibo, se presentan las
siguientes conclusiones extraídas del análisis de la información suministrada
por los docentes, representantes y estudiantes a través de las mesas de trabajo
creadas para la discusión y redacción del Manual de Convivencia Escolar 2013 –
2014
Se pudo determinar que algunos docentes de
la referida institución educativa (entre ellos la docente de 4to grado)
fomentan en sus educandos el valor de la responsabilidad como parte de un
proceso educativo integral, sin embargo, reconocen que en muchos hogares no se
fortalece esta cualidad por parte de los padres, con lo cual se produce una
discontinuidad en su proceso educativo y, por consiguiente, una carencia de
este valor en su convivencia escolar y en sus vidas cotidianas.
Esta situación trae como consecuencia una
serie de situaciones de intolerancia que se presentan con relativa frecuencia y
que en la mayoría de los casos se originan por desacuerdos en las normas de juego impuestas por los
mismos alumnos al momento de practicar deportes o actividades recreativas de
carácter grupal. Dentro del aula de
clases se han observado escenarios en los
que un niño quiere imponer su criterio a los demás sin escuchar los
argumentos que puedan ofrecer sus compañeros, con lo cual se afecta la normal
convivencia que debería existir en el recinto educativo.
También se pudo determinar que el respeto y la tolerancia son dos valores
fundamentales dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje y así lo reconocen
los educadores de la E.B.N.B Miguel Ängel Jusayú, quienes a través de sus
actividades académicas y de orientación
fortalecen dichos valores en sus alumnos. Sin embargo, cada vez sin mas frecuentes
situaciones de irrespeto hacia la figura del docente y entre los mismos compañeros de clase, con lo cual se
dificulta la convivencia escolar y el
normal desenvolvimiento de las normas de disciplina establecidas por la
dirección del plantel.
Institucionalizar el diálogo como
estrategia para la resolución de conflictos es una práctica que varios
docentes propusieron en la actualización
del Manual de convivencia escolar 2013-2014. Con este fin se realizarán dentro
del aula talleres grupales y trabajos en equipo en los cuales los alumnos tengan
la oportunidad de exponer sus ideas y aportar elementos para la solución de un
problema que los afecte a todos.
En
el manual de convivencia 2009 – 2010 no se fortalecen las relaciones
interpersonales de los alumnos como parte de su proceso socio-educativo. Esto
permite inferir que varios maestros no están cumpliendo a cabalidad con su rol
de orientador, el cual es determinante en todos los grados que integran la
educación primaria, la cual su carácter
integral, solo permite la interacción del alumno con un docente.
Los valores constituyen un aspecto
determinante dentro del proceso educativo y son, por consiguiente, conductas
aprendidas que el alumno adquiere en la escuela y reproduce en su vida cotidiana.
Pese a esto, algunos docentes reconocen que no son constantes al momento de
diseñar actividades que propicien la
adquisición y aprendizaje de nuevos valores entre sus alumnos.
En la redacción del manual de convivencia
escolar para el año 2013-2014 se incluyeron los siguientes aspectos que no
estaban presentes en el documento anterior:
·
Acatar
todas las disposiciones del docente, siempre y cuando sean en beneficios de los
educandos y no afecten su integridad física o moral.
·
Considerar
las situaciones de violencia verbal hacia el docente o sus compañeros como
faltas leves que requieren una amonestación escrita.
·
En
caso de que las agresiones verbales sean continuas se citará al representante y
el estudiante será remitido al departamento de orientación.
·
El
docente llevará un registro anecdótico en el salón de clases a fin de
monitorear las conductas agresivas de los estudiantes. Al final de cada mes
este registro será presentado ante la dirección del plantel.
Recomendaciones
Fortalecer entre los alumnos del 4to grado
sección “U” los valores de convivencia escolar tales como: respeto, tolerancia
y solidaridad, para lo cual se hace
necesario incluir los valores en todos los proyectos y contenidos programáticos
que diseñe y aplique la docente.
Actualizar el Manual de Convivencia
Escolar de la Institución cada nuevo año escolar a fin de tipificar las faltas
graves y leves y de esa forma ejercer el control de la disciplina en el recinto
educativo.
Detectar las conductas irregulares que
pudiesen evidenciar los alumnos dentro y fuera del salón de clase, a fin de
tomar los correctivos necesarios y remitir a los alumnos con problemas de adaptación y sociabilidad al departamento
de orientación de la E.B.N.B Miguel Ángel Jusayú.
Propiciar entre los docentes de la E.B.N.B
Miguel Ángel Jusayú talleres de actualización pedagógica orientados hacia la educación en valores. Esto con el
propósito de brindarles las herramientas necesarias para asumir el tema de la
convivencia escolar dentro de su labor de enseñanza.
Realizar en las instalaciones del plantel
reuniones y conferencias con los padres y representantes a objeto de conocer más sobre la dinámica familiar a la
que se enfrentan los alumnos en su hogar, y detectar posibles causas que
originen su desacato a las normas de convivencia y disciplina del plantel.
Supervisar la labor docente para constatar
si el tema de los valores de convivencia escolar está siendo abordado durante
la jornada de clases con sus alumnos.
Conocer (por medio de entrevistas a cargo
de la dirección del plantel) los valores que manejan los docentes de la
institución y determinar si estos patrones de conducta están siendo
transmitidos oportunamente a los alumnos.
Leer y analizar periódicamente con los
estudiantes el manual de convivencia, a fin de que no se olviden sus
disposiciones y relacionarlas con los procesos de enseñanza que se imparten en
el salón de 4to grado y en la propia institución.
Fomentar entre los padres y representantes
la importancia que tienen los valores
para la convivencia escolar y la educación integral de sus hijos o
representados. Estimulándolos a darle continuidad a esta labor en el entorno
del hogar.
Referencias
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