jueves, 12 de septiembre de 2013

Proyecto



VALORES DE CONVIVENCIA ESCOLAR EN LOS NIÑOS DE  LA E.B.N.B. MIGUEL ÁNGEL JUSAYÚ DEL MUNICIPIO MARACAIBO  



Capitulo i
Planteamiento del problema

     La convivencia escolar se presenta en los actuales momentos como un requisito indispensable para la consolidación de un proceso de enseñanza-aprendizaje de carácter integral, ya que a través de la misma se promueven una serie de normas y directrices que se deben seguir dentro y fuera del aula a fin de que los estudiantes (y el propio educador) reconozcan la importancia del respeto a la diversidad de ideas o formas de ver la vida, siempre y cuando éstas no afecten el derecho o la integridad física y emocional de los otros.

     Para promover la convivencia escolar como conducta social adquirida, es necesario asumirla como un valor que debe estar inmerso dentro de todas las áreas y contenidos programáticos que conforman el proceso educativo. De allí, entonces, que se haga necesario estudiarla como un valor que se fortalece a través de la práctica y que le garantiza al educando la posibilidad de desarrollar su personalidad sin recibir coacción por parte de sus compañeros de clase.

     Entre los múltiples conceptos que se presentan para definir los valores, merece especial atención el de Garzón y Garcés (Citado por los Cuadernos Para la Reforma educativa Venezolana 2005) que define estos patrones de la conducta humana  como: “Proyectos ideales de comportarse y de existir que se adecuan a las coordenadas  histórico-sociales y que a la vez las trascienden. Por su parte Parsons (2004), los asume como opciones entre diversas maneras de actuar que son manifestación de la jerarquía en la concepción del mundo que un sujeto o colectivo tiene.

     Sin embargo, cuando se habla de la importancia de los valores de convivencia escolar  dentro del proceso de formación integral que recibe el niño en cualquier etapa de su escolaridad, es necesario asumir que esto implica un compromiso de la comunidad educativa para convertir el proceso de enseñanza - aprendizaje en un proceso de carácter humanizador, es decir, un proceso que favorezca el despertar de un nuevo tipo de persona cada vez más libre, consciente y sensitiva. Fernández  (2005) En este punto recae, la importancia que tiene la convivencia escolar como elemento formador de la conducta de los niños dentro y fuera del salón de clases. Esta convivencia, expresada a través de una serie de normas que se reúnen en un manual, se ha convertido en los últimos años en un elemento determinante en todas las instituciones educativas del país.

     A este respecto, el manual de convivencia es para los alumnos una guía que les permite comprender y cumplir su rol de estudiantes que se forman  para la vida, contando con las herramientas suficientes para enfrentar las dificultades que en ella se le presenten. Para los educadores, el manual de convivencia escolar les facilita el ejercicio de su propia responsabilidad, mientras que a los padres y representantes se les presenta como marco de referencia fomentar en sus hijos su responsabilidad como ciudadanos.

     En este orden de ideas, es preciso afirmar que el surgimiento de múltiples casos de violencia escolar, ha llamado la atención de organismos internacionales, entre ellos la Oficina Regional de Educación de la UNESCO (2011), para América Latina y el Caribe y el Ministerio de Educación de Chile, quienes han realizado un estudio sobre convivencia escolar a fin de difundir información relevante para el conocimiento de la realidad y así generar políticas públicas al respecto.

     Entre los objetivos del Primer Estudio Nacional de Convivencia Escolar (realizado por el Instituto de Evaluación y Asesoramiento Educativo, IDEA) tuvo relevancia el de diagnosticar el clima de convivencia en las escuelas; determinar los tipos de conflictos e identificar factores que facilitan y/o dificultan la convivencia. En este sentido, el aspecto más valorado por los estudiantes es que la escuela les enseña a relacionarse en forma positiva con quienes le rodean (86%). Luego valoran las relaciones que mantienen con sus compañeros (81%), y, en tercer lugar, valoran el orden que existe en sus instituciones (74%).

     Por su parte, lo que más aprecian los docentes son las buenas relaciones con los estudiantes (92%), ya que esto les garantiza una mayor receptividad que favorece los proceso de enseñanza; Los educadores también consideran; que sentirse bien y tener buenas relaciones con sus compañeros  es necesario, de lo que se advierte que todo manual con normas de convivencia escolar también debe regular el desempeño profesional y social de los docentes, directivos, personal docente y administrativo de la institución.

     La información presentada por la UNESCO ha permitido reconocer la importancia que tiene la convivencia escolar dentro de las instituciones educativas, por lo cual la implementación de los Manuales de Convivencia Escolar se han convertido en parte de la realidad cotidiana de docentes y educandos en diferentes instituciones de América Latina. Venezuela no escapa a esta realidad, debido a que en la Ley Orgánica de Protección al Niño, Niña y Adolescente se establece la creación y aplicación de estos instrumentos, los cuales se crean partir de un consenso entre todos aquellos que forman parte activa de la institución. Mientras que el Currículo Básico Nacional, enfatiza la importancia que tienen los valores de convivencia escolar a lo largo de todo el proceso educativo.


     Con base en lo anteriormente planteado, cobran importancia los valores, asumidos como normas morales que toda persona debe poseer y entre ellos se encuentran: el respeto; la responsabilidad, tolerancia, amor, los cuales resultan indispensables al momento de fortalecer la convivencia escolar en el aula y la escuela. Los valores de convivencia escolar son, por lo tanto, los modos de organizar la conducta, los principios afectivos que guían el comportamiento humano; son criterios, ideas principios o normas que moldean el comportamiento y actitudes del niño o niña en cualquier nivel de escolaridad.


     Es por ello que el presente proyecto se orienta hacia la consolidación y fortalecimiento de los valores que determinan la convivencia escolar, ya que este es el principal problema que se detectó durante la práctica profesional realizada en la E.B.N.B Miguel Ángel Jusayú, ubicada en la Parroquia Idelfonso Vásquez del Municipio Maracaibo.
   
     En la referida institución se han presentado situaciones de agresiones físicas y verbales entre los estudiantes del 4to grado (principalmente a la hora del recreo), mientras que dentro del aula se hacen latentes otras conductas irregulares tales como: irrespeto hacia el docente, impuntualidad a la hora de llegada, desorden y enfrentamiento con los docentes, lo que genera  dispersión de la atención por parte de los estudiantes y dificultades para adquirir los aprendizajes correspondientes a cada área o contenido programático, lo cual  no puede pasar inadvertido, ya  que se asocian al poco interés hacia las clases y la  desmotivación generalizada.

     Las anteriores son solo algunas de las características del comportamiento que manifiestan los alumnos del 4to grado en la institución, lo cual se origina por  diferentes factores tales como: la formación que reciben en sus hogares, lenguaje poco enriquecedor de su entorno familiar, la disfuncionalidad familiar, la influencia socio-cultural del entorno, pero sobre todo la ausencia de normas a las que se encuentran acostumbrados los alumnos.

     A esto se suman otros factores que agravan la situación, tales como la falta de atención  y los conflictos familiares que agravan esta problemática. Si bien es cierto, que la influencia del hogar es determinante en el desarrollo de la personalidad del niño, la escuela también tiene una importante cuota de responsabilidad al momento de plantear normas de conducta que le permitan su convivencia social. Es por ello, que la presente propuesta se avoca hacia este fin, asumiendo la convivencia escolar como un valor o conducta social que el individuo adquiere a través de la formación teórica, pero también de la práctica.
Objetivos de la Investigación.

Objetivo General:

Determinar los valores de convivencia escolar en los niños de 4to grado de educación primaria de la E.B.N.B Miguel Ángel Jusayú del Municipio Maracaibo.

Objetivos específicos:

·         Describir tipos de valores de convivencia escolar presentes en la E.B.N.B Miguel Ángel Jusayú del Municipio Maracaibo.
·         Analizar factores de convivencia escolar que promueven los docentes de 4to grado en la E.B.N.B Miguel Ángel Jusayú del Municipio Maracaibo.
·         Establecer os valores de convivencia escolar que proyectan los Docentes en la E.B.N.B Miguel Ángel Jusayú del Municipio Maracaibo.


Justificación de la Investigación

     Toda propuesta orientada hacia la formación de valores en el contexto escolar reviste una gran importancia para el Sistema Educativo Venezolano, ya que se asocia con los lineamientos establecidos en la Ley Orgánica de Educación (2009) y el Currículo Básico Nacional (2007) De allí, entonces que el presente proyecto adquiera relevancia teórica, práctica, metodológica y social, tal como se describe a continuación:

     En el aspecto teórico el presente proyecto tomará en cuenta las diferentes teorías y enfoques relacionados con la convivencia escolar, a fin de establecer su compatibilidad y aplicación al contexto que se presenta  en el aula de 4to grado de la E.N.N.B Miguel Ángel Jusayú.  Por lo tanto, el proyecto parte de los fundamentos teóricos más pertinentes que abarcan el campo de los valores, la psicología y las relaciones humanas en el campo de la dinámica escolar.

     También es preciso reseñar los aportes a nivel práctico que establece el presente estudio, ya que el mismo propone una serie de tareas que las instituciones educativas deben realizar para cubrir estas deficiencias en el proceso educativo-familiar. Se plantea el hecho de dar cabida a reflexiones, éticas, aspectos básicos sobre valores, la enseñanza de la temática moral, los cuales, en el corto y mediano plazo pueden ser provechosas en todos los niños y niñas, del 4to grado de la E.B.N.B Miguel Ángel Jusayú, ayudándolos en la  adquisición de hábitos de cooperación, respeto al prójimo y autonomía personal.

     A nivel metodológico, la presente investigación servirá como antecedente a futuros estudios relacionados con la variables consideradas en este estudio, las cuales son de creciente importancia en el entorno educativo regional y nacional, dada la necesidad de implantar en cada escuela un Manual de Convivencia Escolar que sea el resultado  de un consenso entre los diversos entes que hacen vida en cada institución educativa. 

     La finalidad de esta investigación el aspecto social también es importante porque pone en contacto a los maestros de la E.B.N.B con sus estudiantes y la propia comunidad escolar, haciéndoles tomar conciencia sobre la influencia educativa del entorno familiar y de su medio social, lo que a su vez  seguirá siendo determinante durante la mayor parte de la educación primaria, la cual por su carácter integral, requiere de una continua dinámica entre el docente y el entorno socioeconómico que rodea al educando. 

Delimitación de la Investigación.

     La presente investigación se llevó a cabo en la E.B.N.B Miguel Ángel Jusayú, ubicada en el Sector Ciudad Lossada Parroquia Idelfonso Vázquez del Municipio Maracaibo. El estudio presenta una delimitación temporal comprendida entre mayo del 2013 y julio de 2013. 

    Esta investigación se encuentra vinculada con  la educación en valores  y se sustenta a partir de los aportes de los siguientes  autores: Lanni y Pérez (2004), Williams (2004), Trianes y Figares (2006) entre otros. 



CAPITULO II
MARCO TEÓRICO

Conceptualización de los Valores Humanos

     Los valores humanos a juicio de Williams (2004), son los bienes universales que pertenecen a la naturaleza humana  y que a la vez humanizan al sujeto al mejorar su condición como persona. Desde esta perspectiva se puede advertir que existe una diferencia entre los valores humanos en general y los propios valores personales. El concepto de valores humanos abarca todas aquellas cosas que son buenas para la persona  y que lo mejoran como tal; por su parte, los valores personales son aquellos que han sido asimilados en la vida cotidiana y que motivan las decisiones del día a día. 

     El autor refiere que entre los valores objetivos existe una jerarquía, una escala, debido a que no todos son iguales. Algunos son más importantes que otros porque son más trascendentes, ya que elevan más a la personas y corresponden a sus facultades superiores. Desde esta perspectiva, entonces, se pueden  clasificar los valores humanos en cuatro categorías:

1)    Los valores biológicos o sensitivos: No son específicamente humanos, pues se comparten con otros seres vivos. Entre ellos están la salud, el placer, la belleza física y las cualidades atléticas.
2)    Los valores humanos inframorales: Son específicamente humanos. Tienen que ver con el desarrollo de la naturaleza, de los talentos y cualidades. Pero todavía no son tan importantes como los valores morales. Entre éstos están los intereses intelectuales, musicales, artísticos, sociales y estéticos. Estos valores  ennoblecen y desarrollan el potencial humano. 
3)    Los valores morales o éticos: Son superiores a los ya mencionados. Esto se debe a que tienen que ver con el uso de la libertad, ese don inapreciable y sublime que le permite al hombre ser constructor de su propio destino. Estos son los valores humanos por excelencia, pues determinan el valor que se tiene como personas. Incluyen, entre otros, la honestidad, la bondad, la justicia, la autenticidad, la solidaridad, la sinceridad y la misericordia. Cada valor apoya y sostiene a los demás; juntos forman esa sólida estructura que constituye la personalidad de un ser humano maduro. 

Valores de Convivencia escolar

     Los valores de convivencia escolar son todos aquellos que favorecen la interacción de los estudiantes en el salón de clases y la institución educativa. A través de ellos, el niño o niña reconoce la existencia de normas que regulan y fortalecen las relaciones sociales. Para la consolidación de estos valores y su inclusión en todas fases del proceso educativo, se han establecido los manuales de convivencia escolar vigentes en cada institución y adaptados a su realidad inmediata, sin embargo, el docente debe reconocer cuales son estos valores y la forma de presentarlos directa o indirectamente durante su proceso de enseñanza.  
   
La tolerancia.

    La palabra tolerancia tiene su origen en la expresión latina tolerantia, tolerare, que significa soportar, aunque esa acepción ha perdido relevancia en el contexto actual en que se debate el tema. El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española la define como la “acción y efecto de tolerar, es decir, sufrir, llevar con paciencia”; para lo cual se basa en su derivación etimológica. Y posteriormente añade: “Respeto o consideración hacia las opiniones o prácticas de los demás, aunque sean diferentes a las nuestras” lo que sintetiza, sin temor a equívocos, la base del sentido de la tolerancia como concepto filosófico.

 

     La tolerancia es considerada por Zuleta (2005) como la aceptación de la diversidad de opinión, social, étnica, cultural y religiosa. Es la capacidad de saber escuchar y aceptar a los demás, valorando las distintas formas de entender y posicionarse en la vida, siempre que no se atente en  contra los derechos fundamentales de la persona. La tolerancia puede ser asumida  como respeto y consideración hacia la diferencia, como una disposición a admitir en los demás una manera de ser y de obrar distinta a la propia, o como una actitud de aceptación del legítimo pluralismo.

 

     Para Ortega y otros (1996) al considerar la tolerancia como el respeto por la diversidad, se asume una actitud de respeto hacia la diferencia, o lo que es lo mismo, una disposición a admitir en los demás una manera de ser y de obrar distinta a la propia, lo que conlleva a la aceptación del pluralismo. El valor de la tolerancia no es permitir un mal sino aceptar puntos de vista diferentes y a la vez legítimos, ceder en un conflicto de intereses justos. Y como los conflictos y las violencias son la actualidad diaria, la tolerancia es un valor que es muy necesario en el seno de la escuela y la propia sociedad.

 

     Este respeto a la diferencia al que se hace alusión en el párrafo anterior encierra un matiz pasivo y otro activo. Es por ello que quien adopta la tolerancia pasiva como modo de vida se avoca hacia el llamado “vivir y dejar vivir”, lo cual se transforma en una indiferencia progresiva que con el pasar del tiempo puede tornarse absoluta. En contraposición, la tolerancia activa viene a significar solidaridad, es una actitud positiva que desde la antigüedad  ha sido considerada como benevolencia. Quien se rige por los preceptos de una tolerancia activa reconoce la existencia de normas que regulan la actitud del hombre dentro de la sociedad y no transgrede el derecho del otro, pero tampoco permite que transgredan los suyos.

 

     De lo anterior se deduce que el valor de la tolerancia no radica en hacer concesiones, pero tampoco implica aceptar  la indiferencia. Para ser tolerante es necesario conocer al otro y a partir de allí practicar el respeto mutuo mediante el entendimiento mutuo. Según ciertas teorías sociológicas y antropológicas, el miedo y la ignorancia son las raíces que causan la intolerancia y sus patrones pueden imprimirse en la psique humana desde muy temprana edad. Por ello, se podría decir que la tolerancia es el respeto mutuo, incluso, cuando el entendimiento mutuo no existe.


La convivencia
     La convivencia viene a representar un valor estrechamente ligado al de la tolerancia, representa la capacidad que tiene el ser humano para vivir con sus semejantes en un clima de respeto y de consenso para las normas básicas. A criterio de  Trianes y Figares (2006) este valor implica la capacidad de ponerse en el lugar del otro para compartir, cooperar y respetarse y lleva implícita, además,  la capacidad para asumir el autocontrol y la autorregulación de los actos.

     Son signos evidentes de convivencia la disposición para comprender la perspectiva de quienes nos rodean y la construcción de normas justas que regulen la vida en colectivo. No obstante, toda actitud de convivencia pasa por una etapa previa de autoconocimiento de sí mismo, lo que entraña una valoración de la propia persona y en niveles superiores la autoconciencia del yo.  Esta situación  deviene una comprensión crítica del entorno que a su vez  propicia las  capacidades para la adquisición de la información moralmente relevante con relación a la realidad y el compromiso para mejorarla.

     Resulta lógico que se le de a la convivencia un estatus prioritario ante la legítima reclamación de derechos individuales o colectivos. Pero la convivencia es cosa de dos o más personas o grupos; unos más fuertes y otros más débiles. Se trata de que ambas partes acepten el derecho del otro a defender los propios intereses, pero buscando el acuerdo final y no el conflicto como forma de relación permanente.

La solidaridad.
     Prosiguiendo con Trianes y Figares (2006) estos autores sostienen que las situaciones de violencia creciente en la sociedad actual, el crecimiento de desigualdades entre países ricos y países empobrecidos, el surgimiento de actividades xenófobas y de intolerancia en sectores significativos de la población internacional, entre otros, hacen que la escuela vea como necesario el desarrollo de temas transversales a través de los cuales se presenten  canales desde donde se puedan manifestar los valores.

     Por estas razones, el fortalecer la solidaridad con los alumnos y alumnas supone diseñar nuevos modelos de organización que les permitan participar, seleccionar, decidir, verificar lo que necesitan aprender, es decir, hacer un aprendizaje significativo que les ayude después a ser ciudadanos más conscientes y críticos, para alcanzar un desarrollo humano más justo y solidario.

La justicia y el medio ambiente.

     En la sociedad actual se hace cada vez más evidente la repercusión que los problemas ambientales tienen sobre la vida en el planeta, éstos, no sólo afectan al espacio físico y a la supervivencia de muchos seres vivos, sino que también inciden en la salud humana. Esta situación  se ve agravada por el seguimiento de modelos de desarrollo alejados de planteamientos con visión de futuro en el sentido de conjugar crecimiento económico y conservación del medio ambiente.

     Esto es,  lo que se ha definido como desarrollo sostenible, modelo que permite cubrir las necesidades de las sociedades actuales sin comprometer las capacidades de las generaciones futuras a la hora de satisfacer sus propias necesidades. Pero para llegar a este modelo de desarrollo sostenido es necesaria una profunda reestructuración de los sistemas de valores de las sociedades más desarrolladas, así como sus hábitos y ritmos de vida y adaptarlas a la situación actual apoyada mediante medidas políticas, económicas y tecnológicas más solidarias con los países y sociedades más desfavorecidas.

      La educación, sin duda juega un importante papel a la hora de favorecer y potenciar sistemas de valores y actitudes y no sólo ser un medio transmisor de conocimientos. Por ello la escuela se destaca como el lugar ideal para la puesta en marcha de nuevas experiencias y estrategias para la adopción de un consumo responsable y consciente que esté orientado hacia una convivencia solidaria con el medio ambiente.

El Respeto
     Continuando con Trianes y Figares (2006), el valor del respeto se ejerce cuando se muestra aprecio y cuidado por el valor de algo o de alguien. Puede estar dirigido hacia los derechos y la dignidad de las demás personas, hacia la del propio sujeto (respeto a sí mismo) y también hacia el entorno natural, incluyendo las plantas y los animales que lo integran. Este valor ayuda a conservar intacto todo que se aprecia en la vida y  enseña a reconocer aquello que más aprecian los demás. El valor del respeto puede vivirse en forma colectiva (entre una  sociedad y otra) o de manera individual (entre dos personas).

     El respeto, así  como la honestidad y la responsabilidad son para Heideger (2000) valores fundamentales para hacer posible las relaciones de convivencia y comunicación eficaz entre las personas, ya que se manifiestan  como una condición indispensable para el surgimiento de la confianza en las comunidades sociales.

     El respeto exige un trato amable y cortés, ya que comprende  la esencia de las relaciones humanas, de la vida en comunidad, del trabajo en equipo, de la vida conyugal y de cualquier relación interpersonal. Es, por tanto, un valor que refleja garantía absoluta de transparencia, creando un ambiente de cordialidad y seguridad que permite la aceptación de las limitaciones ajenas y el reconocimiento de las virtudes de los demás.

     El desarrollo de este valor como norma de convivencia escolar, evita las ofensas y las ironías, impidiendo que la violencia se convierta en el medio para imponer criterios en el aula. A través del mismo, también se reconoce la autonomía de cada estudiante y se acepta, de buen modo,  el derecho a ser diferente debido a que se propicia el reconocimiento del valor inherente y de los derechos innatos de los individuos y de la sociedad.

     En consecuencia,  a través del respeto se afianza  la posibilidad de aceptar los defectos y virtudes sin poner en tela de juicio lo que se observa en las demás personas,  a partir del mismo se  logra aceptar y comprender tal y como son los demás, aceptando y comprendiendo, también,  otras formas de pensar aunque difieran de la propia.

Convivencia Escolar


     Con relación a la convivencia escolar,  Lanni y Pérez (2004), exponen una serie de planteamientos relacionados con   los aspectos pedagógicos que giran en torno a este tema: La convivencia escolar, desde este ángulo, alude, fundamentalmente, a uno de los temas básicos de la pedagogía: el aprendizaje, o lo que es lo mismo, el proceso por el cual un sujeto adquiere o desarrolla una nueva conciencia y conocimiento, que le proporcionan nuevos significados.

     En esta misma temática, La Revista Iberoamericana de Educación (2007)  vincula la convivencia y el aprendizaje a lo largo de todo el proceso educativo, pues desde su perspectiva, se condicionan mutuamente. La causalidad circular permite comprender la interrelación entre ambos: cada uno es condición necesaria (aunque no suficiente por sí solo) para que se dé el otro.

     Para comprender mejor esto, se debe pensar en algunas de las escenas escolares: una clase en la que el profesor trasmite conocimientos desactualizados, o sobreabunda en detalles, o se va por las ramas, o utiliza una metodología inadecuada (o todo esto junto), y además explica los experimentos, no los hace, "lee y dicta" apuntes y/o "toma lección en el frente", genera desinterés, falta de atención y apatía - que generalmente termina en indisciplina , primero pasiva pero luego es activa e incontrolable. Estos tipos de actitud, no permiten la apropiación de los conocimientos y por el contrario los obstaculizan.

     Siguiendo con los ejemplos: hay otro tipo de clases en la que los alumnos están activos, pero en actividades dispares y ajenas a la clase. Esta hiperactividad, resultado del desinterés de los educandos, reforzados por la falta de autoridad del docente, genera un clima de confusión, de caos, que no permite el proceso de enseñanza - aprendizaje. En ambos casos, además de no apropiarse de contenidos curriculares, la interrelación docente - alumno se encuentra severamente perturbada, los vínculos estrechamente ligados a la tarea no se consolidan, esto incide negativamente en la convivencia, la debilita seriamente.


     De los ejemplos anteriores se puede inferir que el proceso de enseñanza - aprendizaje está empobrecido (y en muchos casos ausente) tanto en lo que se refiere a contenidos curriculares como aspectos vinculares, pues lo vincular se aprende y se aprehende vivencialmente a través de la tarea. De lo expresado, se concluye  que: los procesos pedagógicos y la convivencia institucional están indisolublemente vinculados entre sí.

    En este mimo sentido Lanni y Pérez (2004), enfatizan que, también se considera aprendizaje significativo, a todas aquellas otras acciones no académicas, que son propias del quehacer de la escuela y están estrechamente ligadas al proceso de socialización: la comunicación, el diálogo, el respeto mutuo, la participación, el compromiso. No obstante, estos términos solo serán palabras carentes de significado o vacías de contenido, si no se las reconoce en actos, si no se las vivencia. Para que cada uno pueda apropiarse  de estos contenidos para la vida hay que probarlos, ensayarlos, ejercitarlos, practicarlos, repetirlos, es decir, vivirlos en el quehacer cotidiano de la vida escolar.

     A todo esto, Zuleta (2005), expone la siguiente interrogante: ¿Cómo se aprende a dialogar?, sin lugar a dudas la respuesta es: dialogando. Y aquí es fundamental la tarea del docente adulto, cuya función es acompañar, es escuchar, nada más y nada menos que eso: acompañar y escuchar comprensivamente al otro, con mayor o menor grado de especificidad, según la función que se desempeña en la institución educativa, para que el alumno, niño, adolescente o joven, vaya transitando y descubriendo el camino, su camino.

     En virtud a lo antes expuesto, Larrosa (2005) señala que, la convivencia por sí misma enseña, pues de ella se aprenden contenidos actitudinales, disposiciones frente a la vida y al mundo que posibilitan el aprendizaje de otros contenidos conceptuales y procedimentales; de igual forma, la convivencia se convierte en un elemento determinante para propiciar un proceso educativo verdaderamente integral y participativo.

     Los principales determinantes de las actitudes se entienden en términos de influencias sociales. Las actitudes se trasmiten a través de la expresión verbal y no verbal. La institución educativa, aún cuando no se lo proponga, no se limita a enseñar conocimientos, habilidades y métodos, va más allá. La escuela contribuye a generar los valores básicos de la sociedad en la que está inserta. Los valores de la escuela influyen sobre los alumnos. Muchos de ellos están claramente explicitados en el ideario institucional, en tanto que otros están íntimamente ligados a la identidad institucional, y son los que vivencian diariamente; sobre estos principios se construye y consolida la convivencia.

     Otra interrogante propuesta por Lanni y Pérez (2004), es la siguiente: ¿cómo se aprende la convivencia? La respuesta de estos autores es que  para aprender a convivir deben cumplirse determinados procesos, que por ser constitutivos de toda convivencia democrática, su ausencia dificulta (y obstruye) su construcción. Los procesos sugeridos por Lanni y Pérez son:

  • Interactuar (intercambiar acciones con otro /s),
  • Interrelacionarse; (establecer vínculos que implican reciprocidad)
  • Dialogar (fundamentalmente escuchar, también hablar con otro /s)
  • Participar (actuar con otro /s)
  • Comprometerse (asumir responsablemente las acciones con otro /s)
  • Compartir propuestas.
  • Discutir (intercambiar ideas y opiniones diferentes con otro /s)
  • Disentir (aceptar que mis ideas – o las del otro /s pueden ser diferentes)
  • Acordar (encontrar los aspectos comunes, implica pérdida y ganancia)
  • Reflexionar (volver sobre lo actuado, lo sucedido. “Producir Pensamiento” – conceptualizar sobre las acciones e ideas.)

     Todas estas condiciones se conjugan en la escuela y se transforman en práctica cotidiana a través de proyectos institucionales que resulten convocantes y significativos para los actores institucionales, y que también respondan a necesidades y demandas institucionales. Estos proyectos incluyen y exceden los contenidos singulares de las asignaturas, la tarea nuclea a los distintos actores y como consecuencia de ello, las relaciones cotidianas y rutinarias se modifican, varían los roles y cada integrante asume nuevas responsabilidades, se incrementa el protagonismo de todos los participantes.


     Confirma lo enunciado en esta presentación la experiencia de muchas escuelas, que en distintos lugares - algunos muy distantes y solitarios - desarrollan diferentes tipos de proyectos. En dichas escuelas "los problemas de convivencia" no existen como obstáculos sino que se transforman en un desafío a la creatividad, entendiendo que ser creativo es dar respuestas variadas, diferentes y diversas a situaciones habituales y reiteradas que se necesitan modificar, mejorar. De esta manera, la energía requerida para “solucionar el problema” se canaliza constructivamente no sólo para la realización personal sino para el logro del bien común.

     Al hacer énfasis en este aspecto, Lanni  (2000) señala algunas consideraciones generales para la construcción cotidiana de  la convivencia escolar, las cuales se desglosan y explican en los siguientes párrafos.
     En los últimos años comenzaron a cuestionarse los regímenes disciplinarios escolares indiscutidos durante mucho tiempo, por su desactualización, por su rigidez burocrática, por su despersonalización, pues no reconocían a los niños, adolescentes y jóvenes (los alumnos) como sujetos de derecho y responsabilidad.

     Sin lugar a dudas lo anteriormente expuesto tuvo una marcada influencia en estos cambios de modelo, los principios enunciados y proclamados por la Declaración de los Derechos del Niño adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas (1959) y posteriormente la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño (1989), en la que  el niño (y adolescente) dejaron de ser considerados como un “objetos de cuidado y protección” para “ser sujetos de derecho y responsabilidad”.

     Partiendo de éstas consideraciones, se presentan algunas ideas que muestran como la convivencia se construye en el aula, y que sólo a partir de analizar  lo que cotidianamente acontece en  ésta, es como se puede llegar a pensar en la convivencia de la escuela.  

     Como resultado Lanni y Pérez (2004) señalan que el aula es el primer espacio de vida pública de los niños, adolescentes y jóvenes. Es el lugar donde transcurre la mayor parte del tiempo escolar de los alumnos, es el espacio de la escuela donde se desarrollan las actividades fundamentales; constituye la unidad de pertenencia y referencia de los alumnos y se construyen las relaciones sociales. En este sentido, se puede asumir entonces:

     El aula como espacio para la construcción de las relaciones sociales: En este lugar se habla, se escucha, se dialoga, se discute, se reflexiona, se enseña, se aprende, se juega, se permanece en silencio, se participa, se está aburrido, se razona, se memoriza, se repite, entre otras actitudes propias de los niños y adolescentes. En el aula se vive la realidad de la escuela. La construcción y conocimiento de la escuela como totalidad se construye a partir de las experiencias vividas en ese ámbito.

     El aula como entorno en el que se aprenden gestos y rituales: Desde el inicio de su escolaridad, el niño aprende distintas actividades que se realizan cotidianamente y regulan las interrelaciones con sus padres o adultos: algunas son espontáneas, otras están permitidas, otras deben ser autorizadas, en tanto otras, están prohibidas. Esto se manifiesta en las distintas formas de comunicación, los saludos, los silencios, los permisos para desplazarse por el aula o por la escuela, las autorizaciones para el uso de objetos comunes, entre otros.

     Estas acciones “pautadas” regulan la interrelación cotidiana, son elementos constitutivos de la convivencia. Es fundamental que los alumnos conozcan la razón de ser de estos actos, comprendan su sentido para que la convivencia pueda construirse como contenido significativo, considerando que lo que se hace (acciones) prevalece sobre lo que se dice (palabras).

     El aula como ámbito en el que se convive, se habla y se aprende sobre convivencia: La convivencia se va construyendo día a día. Se puede decir que la convivencia es más o menos armónica, más o menos placentera, con todos esos más y/o menos, los actores institucionales siempre están en relación unos con otros: con pares y con no-pares.

     La función socializadora se manifiesta en las interrelaciones cotidianas, en las actividades habituales; también se hacen explícitas en las charlas espontáneas o en discusiones y diálogos planificados para reflexionar sobre esas interrelaciones, para reconocer los acuerdos, las diferencias, las formas de alcanzar el consenso, de aceptar el disenso. Sólo de esta manera se aprende a convivir mejor.

     El aula como lugar para trasmitir, ejercitar, incorporar formas de convivencia ligadas a la práctica de la vida democrática: Una escuela que intenta responder a su cometido de ser formadora de ciudadanas y ciudadanos, comprometidos crítica y activamente con su época y mundo; permite el aprendizaje y la práctica de valores democráticos. Estos se traducen en las acciones habituales que transcurren en el aula, en la actitud comprensiva y educadora de los adultos, responsables de la formación de las jóvenes generaciones.

     De la afirmación expresada en el párrafo anterior se infiere que el desafío de la escuela es convertirse en propulsora de procesos de democratización y participación y sólo será posible si el aula es la unidad operativa donde además de las acciones propias se gestionan las acciones institucionales. Para lograr este cometido la convivencia debe asumirse no como una norma sino como una práctica cuyo fin no es  regular la interacción entre los estudiantes, sino favorecerla.

Factores que favorecen la Convivencia Escolar

     Estudios realizados en los centros escolares de la CAPV (España)  demuestran que entre los factores  más relevantes para la mejora de la convivencia escolar se encuentran las interacciones entre las personas y el tratamiento de conflictos. En concreto, los padres y madres valoran la actitud del profesorado, pues “Se aprende más del profesor con su actitud que con disciplina”. También se considera un instrumento válido el Reglamento de Organización y Funcionamiento (El equivalente al Manual de Convivencia en las Escuelas Venezolanas). Sin embargo, la organización del espacio y del tiempo recibe una valoración más baja.

     Otro aspecto analizado en este estudio, demuestra que la participación (lo que en Venezuela se conoce como actividades de Orientación), facilita la convivencia, sobre todo cuando se orienta a  las dinámicas cotidianas y en el Consejo Escolar. En este sentido, esta actividad  es considerada como un factor de promoción de la convivencia escolar con más impacto en primaria que en secundaria. No obstante, de acuerdo al referido estudio,  ésta solo se limita a la resolución de problemas planteados en el contexto del aula y la escuela y no se avoca a una formación continua de los valores de convivencia escolar y familiar.

     Otros autores como Beltrán (2007) afirman que la insatisfacción, el desconcierto y los problemas de indisciplina y violencia son obstáculos que atentan contra la excelente preparación del profesorado y la aplicación de estrategias efectivas de enseñanza-aprendizaje. En este sentido, los docentes manifiestan su progresiva disminución de autoridad frente a los alumnos a la vez que comprueban la aparición cada vez más frecuente de situaciones de indisciplina, todo ello agravado por una cierta disolución de normas, límites, y reglas de juego que, lógicamente, deberían contribuir a poner orden en el campo de la convivencia.

     Ante esta problemática, este autor propone combatir algunos vicios que aquejan la sociedad como lo son  el auge de una cultura permisiva en la que al niño y al adolescente no se le inculca lo que es bueno y lo que es malo. Desde su perspectiva, se ha pasado de una sociedad amparada en el principio de autoridad, a una sociedad en la que prevalece el principio de negociación, y además, se ha  realizado este paso de una manera brusca, prácticamente sin solución de continuidad, y sin estar preparados. Por otra parte, estamos asistiendo a una verdadera exaltación de la violencia por parte de los medios. Son muchas las investigaciones, realizadas incluso por las mismas empresas de los medios de comunicación, que han demostrado tres efectos principales de la exposición a la violencia:

     Primero, la violencia engendra violencia: Los estudios hasta ahora realizados, afirman, de forma unánime, que la observación de la violencia aumenta la conducta violenta, y todavía más en los niños pequeños. Es el efecto clásico del modelado que en todas las Escuelas psicológicas se recoge como una de las grandes leyes del aprendizaje. Lo más triste es que las propias casas comerciales lo reconocen, pero igualmente saben que si no introducen violencia, no venden.
       El segundo efecto de la violencia es la desensibilización: La gente, a medida que presencia, observa o está en contacto con la violencia, pierde la sensibilidad hacia la violencia, de manera que cada vez es necesario elevar más el grado de esa violencia para que se pueda percibir como tal. El problema en este caso es: ¿cuál es el nivel de violencia hasta el que se puede llegar?
     El tercer efecto es el del victimismo: Mucha gente no se atreve a salir de casa, especialmente por la noche, por el temor de ser una víctima más de las muchas que se producen cada día en las grandes ciudades de América Latina y el mundo. Es tanta la violencia que contemplan al cabo del día, son tantos los conflictos resueltos sistemáticamente en un clima de violencia y por la violencia, que creen ser ellos las próximas víctimas.
     Un cambio tan radical como éste no puede por menos que conmover los cimientos de la propia institución escolar, en este sentido, una cosa parece clara, y es que si el centro de interés de la escuela radica en el aprendizaje y en el estudiante que aprende, los principios del aprendizaje deberían inspirar el diseño y la propia acción educadora. Sería bueno recordar algunos de esos principios para ver los cambios que su implantación podría producir o las disfunciones que podría provocar si no son tenidos en cuenta a la hora de configurar la dinámica del aula, especialmente en el ámbito de la convivencia escolar y familiar.
     El primer principio del aprendizaje, según los expertos en el área, es que todos los alumnos son diferentes y únicos. Las implicaciones de este primer principio son tan evidentes que no necesitan ser explicitadas, ya que explican por sí mismas muchos de los problemas de convivencia que podrían desprenderse de no tener en cuenta este principio capital.
     El segundo principio todavía es más interesante, y dice que estas diferencias no afectan sólo a las estructuras mentales, sino que afectan, sobre todo, a las estructuras emocionales. Evidentemente, las diferencias emocionales no atendidas están en el origen de muchas de las situaciones que pueden dar lugar a complicar la convivencia escolar.
     El tercer y último principio parte del hecho de que el aprendizaje funciona adecuadamente cuando hay un ámbito de relaciones interpersonales positivas, y cada alumno es aceptado, reconocido, apreciado y valorado incondicionalmente en su contexto propio. En este sentido, la acción del docente es determinante al momento de hacer que cada alumno se sienta parte activa de su entorno escolar.
     Con sólo aplicar honestamente los tres principios anteriormente señalados al ámbito educativo, se descubrirían, sin duda alguna, posibilidades y pistas de indudable interés para construir la convivencia escolar con garantías de futuro. Cuando haya que analizar casos en los que esa convivencia está rota, sería bueno acudir a esos tres grandes principios, y comprobar si están o no encarnados en nuestros proyectos educativos y si resultan eficaces en la dinámica escolar de cada día.
     Prosiguiendo con Beltrán (2007) es posible que nuestro mayor problema sea que estamos todavía viviendo un paradigma en el que lo importante es enseñar, no aprender, y en el que lo importante son los profesores, y no los alumnos. La diferencia producida por este cambio es notable.
     Por otra parte, ¿es posible la convivencia escolar cuando los alumnos que no quieren aprender se ven obligados cada día a hacer durante horas y horas lo que no quieren hacer? O a lo mejor lo que pasa es que no quieren aprender  lo que el docente les está enseñando  tal como se lo está enseñando. A lo mejor, su protesta, sus revueltas son simplemente un mensaje que no acabamos de entender y nos están diciendo, gritando, que les ayudemos a aprender, pero no eso ni de esa manera.

     Si se siguieran las líneas esbozadas por este nuevo paradigma, el aula, la escuela, la comunidad escolar, centradas en el alumno, con esos principios del aprendizaje al frente, podrían cambiar muchas de las cosas que pensamos debieran cambiar. Esta breve reflexión sobre la sociedad, la educación y sus cambios correspondientes  permite entender la situación en que nos encontramos, especialmente en el campo educativo, donde se evidencia  mucho descontento, unas veces por la influencia negativa de la sociedad, y otras porque aún no se ha adaptado a las exigencias del nuevo paradigma que está a las puertas, y cuya presencia, apenas entrevista, ha desencadenado, a partes iguales, esperanzas y frustración


Capitulo iii
Plan de acción

    En el presente capítulo se presentan las acciones realizadas en la E.B.N.B Miguel Ángel Jusayú para favorecer los procesos de convivencia escolar a través de la educación en valores y la actualización del manual de convivencia escolar de la Institución. En el cuadro se reflejan los objetivos planteados, las acciones realizadas, los recursos empleados y el tiempo que se  destinó para cada una de las actividades realizadas.
Fecha
Objetivos
Acciones
Recursos
Tiempo

Detectar las irregularidades que se presentan en el cuarto grado sección “U” de la E.B.N.B Miguel Ángel Jusayú
Observación directa del desempeño docente y el comportamiento de los educandos.
Registro de las observaciones
-       Bolígrafo
-       Libreta de Anotaciones
-       Instrumento de observación (registro anecdótico)
2 horas

Conocer las causas que originan la falta de normas de convivencia en el 4to grado Sección “U” de la E.B.N.B Miguel Ángel Jusayú.
Entrevistas no estructuradas con los docentes de la institución y algunos representantes.
-       Libreta de anotaciones.
-       Hojas Blancas
-       Bolígrafos.
4 horas

Revisar el manual de convivencia escolar de la institución
Revisión del manual de convivencia
Establecer los aspectos que deben reestructurarse.
-       Libreta de anotaciones.
-       Hojas Blancas
-       Bolígrafos.
2 horas.

Hablar con los niños y niñas sobre las normas de convivencia escolar.
Conversatorio con los niños y niñas sobre las normas de convivencia escolar.
Escuchar sus impresiones y opiniones al respecto.
Presentar ejemplos de convivencia escolar dentro y fuera del aula.

-       Hojas Blancas
-       Bolígrafos
-       Reproductor de CD
-       Textos (donde se habla de los valores)
-       Estudiantes y docente
2 horas
Fecha
Objetivos

Dramatizar situaciones en las que se incumplen las normas de convivencia escolar y plantear soluciones para las mismas.
Acciones

Dramatizaciones en clase.
Conversatorio con los alumnos para la búsqueda de soluciones
Opinión de la docente del aula.

Recurso

-       Salón de clase
-       Material de utilería.
-       Alumnos y docentes.
Tiempo

2 horas.

Actualizar el Manual de Convivencia Escolar de la Institución
Revisión del Manual en Compañía de los docentes de todos los grados de la E.B.N.B Miguel Ángel Jusayú.
Organizar mesas de trabajo para la redacción de las propuestas.
Analizar cada una de las propuestas y decidir por votación si se incluye o no dentro del nuevo manual de convivencia escolar.

Redactar el manual de convivencia escolar de la E.B.N.B Miguel Ángel Jusayú para el año escolar 2013 – 2014.





-       Salón de clase
-       Hojas Blancas
-       Bolígrafos
-       Manual de convivencia escolar de la E.B.N.B Miguel Ángel Jusayú para el año escolar (2009-2010)
-       Docentes, directivos y representantes de los estudiantes de la Institución

8 Horas
Divididas en dos sesiones de 4 horas cada una.
Fecha
Objetivos

Difundir entre los estudiantes y la comunidad educativa el Manual de Convivencia para el año escolar 2013 – 2014.
Acciones

Reuniones con los padres y representantes para dar a concer el Manual de Convivencia escolar de la E.B.N.B Miguel Ángel Jusayú.
Sesión de preguntas y respuestas




Recursos

-       Biblioteca de la Institución
-       Sillas
-       Mesas. Material de sonido
-       Docentes y representantes de la E,B.N.B Migue Ángel Jusayú.
Tiempo

2 horas
Fuente: Lugo (2013)




Conclusiones

    Una vez culminada el presente proyecto en la E.B.N.B Miguel Ángel Jusayú del Municipio Maracaibo, se presentan las siguientes conclusiones extraídas del análisis de la información suministrada por los docentes, representantes y estudiantes a través de las mesas de trabajo creadas para la discusión y redacción del Manual de Convivencia Escolar 2013 – 2014

     Se pudo determinar que algunos docentes de la referida institución educativa (entre ellos la docente de 4to grado) fomentan en sus educandos el valor de la responsabilidad como parte de un proceso educativo integral, sin embargo, reconocen que en muchos hogares no se fortalece esta cualidad por parte de los padres, con lo cual se produce una discontinuidad en su proceso educativo y, por consiguiente, una carencia de este valor en su convivencia escolar y en sus vidas cotidianas.

     Esta situación trae como consecuencia una serie de situaciones de intolerancia que se presentan con relativa frecuencia y que en la mayoría de los casos se originan por desacuerdos  en las normas de juego impuestas por los mismos alumnos al momento de practicar deportes o actividades recreativas de carácter grupal.  Dentro del aula de clases se han observado escenarios en los  que un niño quiere imponer su criterio a los demás sin escuchar los argumentos que puedan ofrecer sus compañeros, con lo cual se afecta la normal convivencia que debería existir en el recinto educativo.

     También se pudo determinar  que el respeto y la tolerancia son dos valores fundamentales dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje y así lo reconocen los educadores de la E.B.N.B Miguel Ängel Jusayú, quienes a través de sus actividades  académicas y de orientación fortalecen dichos valores en sus alumnos. Sin embargo, cada vez sin mas frecuentes situaciones de irrespeto hacia la figura del docente y entre los  mismos compañeros de clase, con lo cual se dificulta la convivencia  escolar y el normal desenvolvimiento de las normas de disciplina establecidas por la dirección  del plantel.
    Institucionalizar el diálogo como estrategia para la resolución de conflictos es una práctica que varios docentes  propusieron en la actualización del Manual de convivencia escolar 2013-2014. Con este fin se realizarán dentro del aula talleres grupales y trabajos en equipo en los cuales los alumnos tengan la oportunidad de exponer sus ideas y aportar elementos para la solución de un problema que los afecte a todos.

     En el manual de convivencia 2009 – 2010 no se fortalecen las relaciones interpersonales de los alumnos como parte de su proceso socio-educativo. Esto permite inferir que varios maestros no están cumpliendo a cabalidad con su rol de orientador, el cual es determinante en todos los grados que integran la educación primaria, la cual  su carácter integral, solo permite la interacción del alumno con un docente.

    Los valores constituyen un aspecto determinante dentro del proceso educativo y son, por consiguiente, conductas aprendidas que el alumno adquiere en la escuela y reproduce en su vida cotidiana. Pese a esto, algunos docentes reconocen que no son constantes al momento de diseñar actividades  que propicien la adquisición y aprendizaje de nuevos valores entre sus alumnos.

     En la redacción del manual de convivencia escolar para el año 2013-2014 se incluyeron los siguientes aspectos que no estaban presentes en el documento anterior:
·         Acatar todas las disposiciones del docente, siempre y cuando sean en beneficios de los educandos y no afecten su integridad física o moral.
·         Considerar las situaciones de violencia verbal hacia el docente o sus compañeros como faltas leves que requieren una amonestación escrita.
·         En caso de que las agresiones verbales sean continuas se citará al representante y el estudiante será remitido al departamento de orientación.
·         El docente llevará un registro anecdótico en el salón de clases a fin de monitorear las conductas agresivas de los estudiantes. Al final de cada mes este registro será presentado ante la dirección del plantel.

Recomendaciones

     Fortalecer entre los alumnos del 4to grado sección “U” los valores de convivencia escolar tales como: respeto, tolerancia y  solidaridad, para lo cual se hace necesario incluir los valores en todos los proyectos y contenidos programáticos que diseñe y aplique la docente.

     Actualizar el Manual de Convivencia Escolar de la Institución cada nuevo año escolar a fin de tipificar las faltas graves y leves y de esa forma ejercer el control de la disciplina en el recinto educativo.

     Detectar las conductas irregulares que pudiesen evidenciar los alumnos dentro y fuera del salón de clase, a fin de tomar los correctivos necesarios y remitir a los alumnos con problemas  de adaptación y sociabilidad al departamento de orientación de la E.B.N.B Miguel Ángel Jusayú.

     Propiciar entre los docentes de la E.B.N.B Miguel Ángel Jusayú talleres de actualización pedagógica orientados  hacia la educación en valores. Esto con el propósito de brindarles las herramientas necesarias para asumir el tema de la convivencia escolar dentro de su labor de enseñanza.

     Realizar en las instalaciones del plantel reuniones y conferencias con los padres y representantes a objeto de  conocer más sobre la dinámica familiar a la que se enfrentan los alumnos en su hogar, y detectar posibles causas que originen su desacato a las normas de convivencia y disciplina del plantel.

     Supervisar la labor docente para constatar si el tema de los valores de convivencia escolar está siendo abordado durante la jornada de clases con sus alumnos.

     Conocer (por medio de entrevistas a cargo de la dirección del plantel) los valores que manejan los docentes de la institución y determinar si estos patrones de conducta están siendo transmitidos oportunamente a los alumnos.
    Leer y analizar periódicamente con los estudiantes el manual de convivencia, a fin de que no se olviden sus disposiciones y relacionarlas con los procesos de enseñanza que se imparten en el salón de 4to grado y en la propia institución.

   
     Fomentar entre los padres y representantes la importancia que tienen  los valores para la convivencia escolar y la educación integral de sus hijos o representados. Estimulándolos a darle continuidad a esta labor en el entorno del hogar.


Referencias Bibliográficas


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Fernández, I. (2005): Guía de convivencia en el aula. Monografías Escuela Española. Madrid, CISS PRAXIS.
Lanni, N (2000)  La compleja tarea de construir un sistema de convivencia escolar Revista Ensayos y Experiencias - Año 7 Nº 35 – Septiembre / Octubre

Lanni y Pérez  (2004). La Convivencia Escolar. Una tarea necesaria, posible y compleja. Revista Nº2 de la OEI ISSN 1728-0001. Monografías virtuales Ciudadanía, democracia y valores en sociedades plurales.

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Ortega y otros (1996) La Tolerancia en la Escuela. Ed. Ariel Educación. Madrid – España.

Revista Iberoamericana de Educación. (2007)  Nº 41-42 Valladolid-España.

Trianes y Figares (2006) Aprender a ser Personas y a Convivir. Ed. Descleé de Brouwer. Vizcaya.

UNESCO (2011) Indicadores, Convivencia Escolar, Cultura y Paz. Documento en Línea Disponible en: http://portal.unesco.org/geography/es/ev.php-URL_ID=8649&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html. Consulta realizada el 14/07/2013.
Williams, Thomas (2004) Construyendo Sobre Roca Firme. Ed. Formación Integral.
Zuleta, E (2005) Educación y Democracia. Editorial Hombre Nuevo. Medellin – Colombia.